LAUREN HOUSTON WEST
-Te quiero. ¿De acuerdo?-Era todo lo que importaba escuchar para entregarle todo de mi, y eso fue exactamente lo que hice.
***
La luz que entraba por la ventana me despertó completamente. Unos brazos estaban ajustado alrededor de mi cintura y el de dolor en mi zona baja me demostraba que no estaba soñando. Había perdido la virginidad con Alex.
Cerré los ojos nuevamente, y me permití disfrutar unos segundos de sus brazos. Él va a odiarme cuando se entere lo que haré.
Separo su brazo que me aprisiona contra él y con mucho cuidado me levanto de la cama.
Cierro las cortinas para que el sol no logre despertarlo, y me permito observarlo unos momentos, sonrió cuando veo el ceño fruncido y como empieza a tocar la cama para poder encontrarme.
Que no se despierte, por favor...
Que no se despierte.
Agarra una de las almohadas y la abraza con fuerza, para luego relajar su rostro y seguir durmiendo.
Abro el almario que se encuentra en la habitación y lo que encuentro me hace jadear de impresión ¿Cómo llego toda esa puta ropa aquí? Volteo a haber a Alex y todas mis dudas se dispersan. Millonario estúpido, ¿Quién se pondría todo eso?
Tomo unos vaqueros azules rotos, un suéter y unas Nike.
Me adentro al baño haciendo el menor ruido y me doy una ducha rápida. Me visto lo mas rápido posible y salgo del baño haciéndome una coleta.
Agarro un bloc de notas y me acerco a Alexander, todavía sin hacer ruido y acaricio su mejilla. Una sonrisa triste cursa por mis labios y escribo.
«Lo siento.»
Le voy a extrañar tanto.
Dejo un suave beso en su frente y salgo de la habitación sin hacer ruido.
Bajo las escaleras de dos en dos y cierro los ojo con fuerza evitando cualquier indicio de lágrimas.
-Señorita... - Una voz me detiene cuando cruzo la sala y volteo a mirar a una señora mayor de unos 70 y tantos años. Es baja, de pelo blanco corto y tiene una gran sonrisa en su rostro, pero al verme con los ojos hinchado e irritado, borra cualquier indicio de sonrisa.
-¿Esta bien?- Pregunta y asiento.
-¿Quién eres?- Pregunto.
-Soy María, la nana de Alexander. - Asiento.
-Es un gusto conocerte María, pero me tengo que ir.- Ella frunce el ceño y mira las escaleras.
-¿Y Alex? ¿No piensas esperarlo para desayunar?- Niego con la cabeza y ella se acerca a mi, pero me separo de ella bruscamente.
-Que tenga buen día.-Me alejo de ella y salgo de casa.
No hay indicio de nadie siguiéndome, llamo un taxis y cuando subo pierdo la vista en las ventanas.
***
Camino por las calles de Londres con un capucha sobre mi cabeza y un vaso de café en mi mano izquierda. Visualizo el parque que había estado visitando esta semana y me siento en la misma banca a tomar el café.
Los días se estaba haciendo cada vez mas largos, y me había arrepentido de haber dejado a Alex nada más cruzar el umbral de mi apartamento.
Todavía no puedo creer lo que me había dicho.
Mi rostro estaba rojo y tenia los ojos irritado de las lágrimas que luchaban por salir, pero que me había negado a soltar.
Mi departamento estaba hecho un calamidad por todo el desorden que había hecho solo al poner un pie allí, había comenzado a lanzar todo lo que se encontraron en mi alrededor y me había cortado el pie con un pedazo de cristal de un precioso jarrón que había lanzado contra la pared, para controlar mi ira.
Había hecho un berrinche digno de una cría y no me sentía completamente feliz de haberlo hecho. Por eso me había curado el pie y me había a costado en el sofá de mi sala haber mi serie favorita -Con todo el desorden alrededor- Y me había quede dormida en el intento por verla completamente.
Cuando desperté me asuste tanto que casi caigo de culo al piso por ver mi departamento otra vez ordenado y con Alex mirándome fijamente. Lo primero que pensé era que todavía estaba durmiendo, pero al ver sus ojos mirándome con tristeza y profunda decepción llegue a la conclusión que era él realmente. Por unos momentos nadie había roto el silencio, solos no observábamos sin decir nada.
-¿Por qué?- Fue lo primero que logro decir y yo agache mi cabeza, claramente avergonzada por lo que había hecho.
-Yo solo...- Las palabras fueron cortadas tan pronto como levante el rostro y vi reflejado dolor en sus ojos azules y joder, como me había lastimado verle así.
-Solo eso dirás... -Las palabras solo no quería brotar de mi boca. -Bien.- Había dicho fríamente.
-Soy una maldita persona completamente inestable y la primera vez que le muestro mis sentimiento hacia alguien me deja abandonado en una cama totalmente desnudo y solo...- Respira con dificultad.
>>¡¿Eso es lo que querías!? ¿Utilizarme y luego dejarme?
Por un momento me imagine lo que hubiese pasado si la situación hubiese sido completamente diferente y hubiese sido yo la que estuviese en el lugar de Alex.
Y me había arrepentido muchísimo de haberle hecho eso. Yo no soy así, mi madre no me crio de ese modo.
Era una completa egoísta por haber pensado solo en mi.
-Lo siento...- Fue lo único que me salió decir. El se había puesto de pie y me había sonreído con tristeza.
-Espero no estés equivocada con esta decisión.- Y luego había abandonado mi apartamento dando un portazo.
Estaba arrepentida, pero no le había llamado. Mi orgullo no me lo permita y el tampoco había hecho algo para comunicarse conmigo, me cabreaba tanto no tener noticias suyas, y que solo fuesen por los periódicos que me permitía verle.
A la empresa no había vuelto; porque lo más seguro es que me haya despedido.
Retire la capucha de la sudadera de mi cabeza y permití a la lluvia mojar mi cabello. Cerré los ojos comenzando a contar para relajarme.
100, 99, 98, 97, 96, 95...
-¿Lauren?- Reconocí la voz, mis músculos se tensaron y abrir los ojos sin creer que estuviese parado frente a mi.