Lauren.
El corazón me retumba como si quisiera salírseme del pecho, los ojos los mantuve fijo en aquel señor que mientras ingresé dejó todo lo que estaba haciendo para mantener sus ojos fijos en mí.
La habitación le daba un aura majestuosa, el color caoba de algunos muebles lo hacen lucir como alguien rustico y poco amable, sus ojos oscuros estaban enmarcado en un rostro que lucía impenetrable.
-¿Buenas..?- su voz me sacó de balance, sonreí intentado encontrar seguridad y caminé hacia él.
Los labios me temblaron y me senté frente a él sin esperar que me invitara hacerlo, una sonrisa llena de maldad llenó sus facciones y que haga aquel gesto solo hace que me vea reflejada en su forma de actuar.
¡Maldita sea! Éramos jodidamente parecidos, y creo que algo en él pareció hacerlo darse cuenta de ese detalle porque paró de sonreír.
-Mi nombre es Lauren Houston West, tengo 23 años, soy alérgica al maní-. Bromeo con lo último y jugueteo con el aza de mis lentes cuando no escucho palabra alguna por su parte.
Mis palabras parecen haberlo choqueado y sonrío con cinismo cuando los nervios me invaden y continúo hablando.
-No me gustan las mentiras, quise tener un perro cuando tenía ocho años, pero mamá decía que eras alérgico...- el recuerdo de aquello me golpea y mis ojos se agua-. Pasé cada año reclamándole por qué seguía hablando de ti cuando nunca estabas, pero decía que no era tu culpa.
Las lágrimas comienzan a brotar y él me ve incrédulo sin creer lo que decía.
-Hace 3 años una enfermedad me la arrebató llevándose consigo mi alma-, sus ojos se llenan de lágrimas y me odio cuando un sollozo se me escapa-. ¿Sabes que me pidió en una carta?- rio sin gracia, -que te conociera.
- ¿Ella murió?- lo único que escucho es aquel susurro y levanto la cara cuando su rostro se desfigura y comienza a llorar sobre su escritorio.
Aquella acción me dejo lívida y sin saber por qué sentí lastima por él.
Sus hombros se sacudían frenético sobre el escritorio y me quedé lívida sin saber qué hacer, cualquier rastro de duda quedó despejada cuando lo escuché llorar como un niño frente a mí.
En un momento sus hombros pararon de sacudirse y levantó el rostro dándome la mirada más desolada que vi en mi vida.
-Lo siento mucho, Lau...
El diminutivo se le escapa y sonríe con tristeza. El pecho se me arruga cuando el entendimiento llega a mi.
-¿Sabías de mi existencia?- mi pregunta lo pone nervioso, pero asiente sin remedio dejándome aún más triste que antes.
El jodiamente sabía que existía y nunca apareció delante mí.
-Te odio...- Las palabras abandonan mi boca y me levanto del sillón que estaba intentando llegar a la puerta, pero me detiene.
-Tienes que entender que yo no podía acercarme a ti, ellos...
-¡Nada!- mi grito lo alerta e intenta acercarse -Solo aléjate de mí, me arrepiento de haber venido...
Salí de su oficina dando un portazo y escuché un estruendo de una cosa romperse. Limpie mis lágrimas y me adentre al elevador. Ya en la primera planta no mire a nadie y camine fuera de la empresa.
Mis lágrimas empañaban mis ojos y caminé hacia la calle tan de prisa que no me di tiempo de ver a los lados.
Un fuerte grito se oyó a lo lejos, al tiempo que un vehículo frenaba de golpe antes de que me impactará.
Lleve mis manos a mi pecho por instinto y clave me vista en aquel vehículo por el que casi muero. Miro a través del cristal y un par de ojos azules me observan.
Terminé de cruzar la calle y lleve mi vista a la persona que grito. John Houston se acerca e intenta inspeccionarme, pero lo alejo con rabia.
-¿Estas bien?
-¡He dicho que no lo quiero ver jamás! ¿No lo entiendes?
-Tienes que escucharme- Intenta tomarme de nuevo, pero se lo impido -. ¡No!
El mismo vehículo que me iba a chocar se aparca delante de mí, y aquel hombre de ojos azules y mirada imponente llega a mi lado.
-¡Estás loca!-me grita mientras me mira buscando algún rasguño -Podría haberte matado ¡Impertinente!- me grita y por alguna extraña razón su voz se escucha un tanto preocupada y me siento culpable de inmediato
-Lo siento mucho- susurro con los ojos llorosos y siento la mirada de mi padre sobre mi rostro, pero no aparto la mirada de aquellos ojos azules que me miran con rabia contenida.
Joder, tengo que estar hecha todo un asco. Volteo dispuesto a irme, pero unas manos toman mi antebrazo. Miro sobre mis hombros a "Mi padre" Y le hecho una mirada que hace que me suelte.
-Lauren...
-He dicho que te pierdas de mi vida.
-Por favor, escúchame...
El tío de ojos azules me mira intrigado, observo a mi alrededor y veo que he comenzado a llamar la atención ¿Y cómo no? Si tengo a dos de los empresarios más famosos de Londres al lado mío.
-Sube al auto. - Me ordena.
-¿Qué mierda? ¡No!
-¡Que subas al puto auto, te digo!- Me paro frente a él y ese olor a perfume que lleva me enloquece.
Mmm... Ruedo los ojos mentalmente y obligo a mi mente a entender lo que dijo. ¿Llevarme? ¿Carro? ¡No!
-He dicho que no, ¡lárgate!
Sus manos toman mis rodillas y me hecha sobres sus hombros sin ningún esfuerzo.
-¿Qué crees que haces maldito imbécil? ¡Bájame!
La voz de "Mi padre" se hace presente exclamando un buen de insultos hacia el hombre que me conduce al carro, pero no logro escuchar más lo que dice, porque los gritos de sorpresa y cámara con flash me ciegan totalmente, ¿A qué hora llegaron periodista?
Maniobra conmigo y me arroja al asiento de copilo sin ninguna delicadeza y cuando se asegura de engancharme al cinturón cierra la puerta de un portazo y le echa él seguro para que no pueda salir. Rodea el vehículo, y se sube de piloto arrancando. Miro por el retrovisor la empresa y observo como John Houston da órdenes a sus guardias, pero vuelvo mi vista al frente cuando ya lo he perdido de vista y clavo mi mirada sobre él. "Alexander James".
Reconozco que he sido una hija de puta para que Dios me castigará de aquella forma.