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Alexander.

Semana veinticinco de embarazo, Lauren es ingresada al hospital por otra amenaza de aborto. No dejaba de disculparse conmigo por no poder tener seguro a nuestro hijo «Como si aquello fuese su culpa» Su rostro se veía cansado, no dirigía suficientes nutrientes y tuvieron que dejarla en observación por si presentaba otro episodio.

Fue dada de alta siete días después haber sido ingresada.

Guardaba reposo absoluto, pasaba la mayor parte del tiempo durmiendo, y la había desligado de seguir manejando las empresas West mientras estuviera embarazada.

El viejo Houston era alguien que no dejaba de pasearse por mi casa con soltura, cosa que toleraba solo porque lo necesitaba con sus ojos puestos en ella.

La mayor parte del tiempo me la pasaba trabajando desde casa con la intención de quedarme con ella, por si me necesitaba.

En la semana treinta de embarazo su anemia había empeorado, fue ingresada nuevamente y le hicieron un control prenatal donde había mandado a traer a los médicos mas destacado en obstetricia con el fin de que ella estuviera en buenas manos.

Nuestra bebé nació a la semana treinta y cinco, el sexo lo supimos en ese momento, ya que Lauren no quería saber que era y a mi la verdad no era algo que me quitara el sueño. No pude estar presente en el parto, quise hacerlo, pero por la condición en la que se encontraban no me habían dejando.

El seis de septiembre del 2019 nació Maddison Sofia James Houston, con 3.4 kilos, la bebé mas llorona y linda que nunca me imaginé tener.

Ella abandonó el hospital dos semanas de permanecer en una incubadora y su madre una semana mas tarde.

Salgo de mis recuerdos, soltando el álbum en el sofá y observando a la princesita de dos años con vestido rosa que me ve disgustada desde las escaleras sacándome una sonrisa.

-¡Papi! -grita farfullando, -Nani, no quiere dar galletas. -Me hago el sorprendido y la tomo llevándola a la cocina donde me encuentro a mi nana.

LAUREN JAMES HOUSTON

Alex cae rendido encima de mi y lo aparto detallando su rostro cansado y me le burlo cuando nuestros ojos se encuentra.

-¿No que te gustaba que tuviéramos una hija?,- le molesto sabiendo que es la persona que mas adora en el mundo. -Y a mi como que se me antoja tener otro.-Frunce el ceño y nos voltea haciendo que quede encima.

-No- se niega. -No puedo mas con el suplicio que pasamos. -me besa los labios de forma pausada y... -Casi que te pierdo.- me muerde los labios, le quito el mechón que le cae en la frente presionándome encima de la erección que se carga, años juntos y aun era capaz de ponerle caliente en cuestión de segundos.

Sus manos recaen en mis nalgas apretándolas y meciéndome encima de él, me mete las manos debajo de la camiseta de él que llevaba mientras continuamos con los besos mojados.

Le acaricio el abdomen desnudo y me quito la camisa cuando me comienza incomodar dejando que mis tetas caigan libres, no pierde el tiempo a la hora de raptarlas y meterlas en su boca.

Le saco el miembro alejando un poco el pantalón de chándal, ruedo un poco mi tanga y me la inserto, perdiéndome por minutos, horas... Dándole rienda suelta al deseo y sumergiéndonos en aquella capa de calor y romanticismo que solo nosotros podriamos darnos.

***

Me desperté con una risa chillona y bastante escandalosa que solo puede tener Sofia.

Abrí un ojo, notando que Alex la tenia aprisionada en sus brazos mientras ella intentaba no reír para "No despertarme"

-Papi shu...- le dice a Alex mientras ella es la única que está haciendo ruido. -Mami no querrá darnos chocolate, -se queja a Alex como una chismosa y solo abro los ojos para separarla de él mientras la tiro de espalda y le hago cosquilla.

-¡NOOOOOOO!-Chilla muerta de risa y Alex solo nos ve divertido. -Papi, - le pide ayuda y solo la suelto dejando que sus carcajadas infantiles llenen la estancia.

-No tienes chocolate hoy.- la molesto y ella hace un puchero mirando a Alex que solo se encoge de hombro.

-No mami...-se queja, se para de la cama y se tira despalda de forma dramática haciéndome voltear los ojos divertida.

Alex se levanta de la cama cogiéndola y subiéndola al hombro consiguiendo que su pelo negro caiga de cascada hacia bajo y se retuerza como una lombriz mientras no para de reír. Se voltea dejando que le vea la cara y me levanto también dispuesta ayudar a María hacer el desayuno.

-Creo que los dulce la ponen así- me dice como si no lo supiera y volteo los ojos dejando un beso en sus labios.

En esto se convirtió aquel choque en el aeropuerto, cuatro años donde tuvimos que esforzarnos para llegar a donde estamos, lagrimas que de angustia y desespero se convirtieron el la mejor maldita cosa que pudo pasarme y agradezco aquella carta de mamá que me impulsó a este lugar como si conociera de antemano todo lo que me llegó a pasar.

FIN.

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POSESIVO ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora