LAUREN HOUSTON
¡Y una mierda! ¿Quien se cree que es para impedirme algo? Salgo de la cocina siguiéndole los talones, parece que mi opinión no es importante para él
-Alexander.- Lo llamo y sigue caminando.
-¡ALEXANDER!- Le agarro el brazo y se voltea.
-No intentes convencerme. No vas a salir.- Se cruza de brazo y por un momento me pierdo en ellos. Es fascinante ver como sus músculos se tensa bajo esa camisa.
¡Concéntrate!
-No quiero pelear.- Murmuro- ¿Qué pasara con la empresa? ¿No volveré?- Suspira -Mira Alexander, -Agarre sus manos.- Aprecio mucho que me estés cuidando, pero yo necesito libertad. Nunca nadie me a prohibido algo y tu no va a llegar a cambiar eso ¿Entiendes?
Sus manos soltaron las mías con brusquedad y me quede mirando mis manos fijamente sin creer lo que había hecho. Levante el rostro y me di de bruces con su ojos azules casi negros, por un momento casi tuve miedo, relamí mis labios nerviosa y quise acercarme, pero no lo hice. No pude.
-¿Eso quieres?- Hablo después de unos minutos en silencio. Asentí -Bien.-Acepta- Puedes salir, pero vas a salir con dos de mis hombre y es mi ultima palabra.- Demando antes de que pudiese reclamar y sin mas se alejo, dejándome sola en la mitad de la sala.
Suspire.
-Y ahora se enfada. Lo que faltaba.- Murmuro en voz alta.
-No sabia que hablase sola.- Di un pequeño salto en mi sitio por el susto y me voltee a mirar de donde provenía esa voz.
-Tú- Dije, volviendo a encontrar al mismo tío que me rescato cuando estaba secuestrada -¿Me vas a decir quien eres?- Sonrió de medio lado e iba a contestar pero una voz a sus espalda lo interrumpió.
-El es James.- Levante una ceja y el sonrió. -Y yo soy Nick.
¿De dónde Alexander saca a tíos tan guapos?
-¿Y qué hacen aquí?
-Son tus guardaespaldas.-La voz de Alexander me sobresalta y voltea a mirarlo. ¿No estaba enfadado? Ruedo los ojos.
-¿Quieren dejar de hacer eso?-Pregunte cruzando me de brazos.
-¿Hacer qué?- Pregunto Alexander.
-Terminar la frase por el otro.- los vi intercambiar miradas y luego mirarme como si estuviera loca.
-¿Y no podías ponerme uno? ¿Tienen que ser dos?- Pregunte acercándome a el y dejando de lado a James y a Nick que prácticamente estaban escuchando toda la conversación.
-Lauren...-Murmuro en tono de advertencia y me detuve.
No seria tan malo tenerlo de guardaespaldas ¿No? Además hay que darle gracias a Dios que no me haya puesto a dos mujeres. Seamos honestos es Alex, el tío mas celoso y posesivo que conozco ¿Qué rayos le paso para que me pusiese dos hombre y guapos de guardaespaldas? No lo sabía, pero lo íbamos averiguar.
-Bien.- Este me miro incrédulo porque no replique.
-¿Bien?-¿No es lo que acabo de decir?
-Si esta bien.- Me encogí de hombros -Después de todo no estaría mal que tuviese dos guardaespaldas.
Me aleje de Alex y camine hacia James pasando suavemente mi mano por su brazo. Wow, si que esta fuerte el tío. Mire hacia arriba encontrándome con sus ojos grises y lo vi tragar nervioso.
Un gruñido se escucho a mis espaldas antes de ser apartada de James bruscamente. Ahí está señoras y señores su Alexander sumamente posesivo.
-Ni lo pienses.- Me reclamo agarrándome el brazo sumamente fuerte. Hice una mueca de dolor pero el no se inmutó, o solo no lo vio y se dirigió a ellos.
-¿Conoces las reglas no es cierto? -¿Reglas? ¿De que coños hablan?
-Si, señor.- Nick no respondía, solo James.
-Bien, es bueno saberlo-
A medida que iban intercambiando palabras su agarre fue mas fuerte, al punto de hacer que un jadeo se escapara de mis labios. Mis ojos se aguaron y los ojos de todo se posaron en mi, baje la cabeza y sentí como las manos de Alexander por fin me soltaba, revise mi brazo que a hora se encontraba rojo, un nudo se formo en mi garganta y levante la mirada encontrándome con los ojos de un Alexander arrepentido.-Yo...-Sus ojos expresaban tantas cosas, pero yo solo me podía central en el miedo que expresaba sus hermosos ojos azules.
-Cállate- Espeté, y lo esquive, no era necesario que hablara. Me iba a larga de esta casa de una puta vez. Comencé a subir las escaleras de dos en dos y no me pare a escuchar lo que gritaba, ni cuando comenzó a golpear cosas, ni mucho menos cuando me llamo innumerables veces.
Una lagrima escapo de mi ojo y la limpie bruscamente.
¡No voy a llorar!
¡NO VOY A LLORAR!
Me adentre a la habitación en la que desperté, cerré la puerta con seguro y me lance a la cama boca a bajo, no lo pude evitar, solo deje que mis lagrimas humedecieran las almohadas de esa enorme cama e intente respira, pero solo quería una cosa. Mas bien a alguien
Mamá.
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