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ALEXANDER JAMES GRIMES

-Te extrañe.- Susurró. ¿Me extraño? Una sonrisa se apodera de mis labios y decido dejar el recorrido por su cuello y estampar mis labios con los suyos.

En el momentos que sus labios tocan los míos una especie de corriente me invade... Y se que sonara extraño, pero sentí ese especie de movimiento en mi estómago. Joder, como la extrañaba. Nuestros labios se entreabren y comienzo a succionar y entrar mi lengua a su boca. Ella esta aquí, y esta bien.

Tomo su nuca queriendo beber mas de su boca. Mis manos en vuelven su cintura y las de ella se enredan en mi cabello, comienza a tirar de el para atrás haciendo que suelte un gruñido. Tomo una de sus piernas y la subo a la altura de mi cintura, haciendo que ella suba la otra y rodee mi cintura.

Camino con ella a una de las paredes mas cercanas, abandono su boca y comienzo a dejar beso húmedos por todo su cuello. -En el momento que toco superficie - Paso mi lengua por su clavicular y ella suelta un especie de gemido que me descontrola. Se arquea hacia mi y siento que estoy apunto de perder el control. Su boca sube a la altura de mi barbilla y comienza hacer un recorrido desde mi barbilla hasta mi cuello. Unas de sus manos abandonan mi cabello y me acaricia el torso encima de mi polo. La otra mano toma mi cabello con fuerza y lo tira hacia atrás haciendo que nuestros ojos se encuentren.

Sus ojos negros -Ahora dilatados- Solo los nubla el deseo, sus labios entreabierto y algo hinchado por nuestra ronda de besos me incita a querer volver a probarlo, nunca tuve un deseo tan grande de querer a ser mía a una mujer, hasta que llego Lauren.

-Algo me dice que no me extrañaste tanto. - Bromeo. Una carcajada brota de sus labios y sonrió dejando ver todo mis dientes. Camino con ella aun encima de mi hasta un sofá y nos siento, quedando ella a horcajadas de mi.

No olvides que por tu culpa la secuestraron.

Mi sonrisa desaparece y dirijo mi vista a un punto exacto detrás de Lauren.

-¿Qué pasa?- Sus manos toman mi rostro y me obliga a mirarla.

-Yo...-Niego con la cabeza -Lo siento, bebé... - Mi voz apenas es un murmullo y creo que por un momento ella no me escucho -Lamento que te hagan hecho esto.- Susurro, viendo los golpes que trae en el rostro. Quiero matar a todos esos hijos de perra que se atrevieron a ponerle un solo dedo encima. -Debí cuidarte y no dejar que te llevaran... -Sus ojos se encuentra con los míos y mi corazón se acelera.

-No es tu culpa, Alex... -Ella no sabe lo que me pone que me dijera Alex.

Me pone tanto, maldita sea.

-Si lo es...-Hablo firme y ella dirige por un momento su vista a mi boca, pero decido pasarlo. -Pero no va a volver a pasar.- Gruño y ella sonríe.

-¿Qué es lo que te causa gracia?-Frunzo el ceño.

-La forma en que me cuidas.- Admite -Es sorprendente, nadie se preocupaba tanto por mi desde que mi madre murió- Confiesa.

Contengo el aliento.

-Creo que necesito un cigarro.-Murmura para si misma, pero logro escucharlo.

- ¡¿Un que?!- Exclamo -Claro que no- Niego y ella se baja de mis piernas y me mira desde arriba.

-¿Y ahora me vas a prohibir hacerlo?- Pregunta en un intento de parecer calmada, pero fracasa miserablemente.

-Nunca te he visto fumando ¿Por qué ahora si?- Replico. Ella se encoge de hombro, camina hacia la cocina haciendo que entre detrás de ella.

Anabella la muchacha del servicio en el momento que me ve se sonroja y yo solo lo ignoro.

Lauren la mira molesta, sonrió. Coge un vaso y lo llena de agua.

-¿Necesita algo, señor...?- Pregunta despacio Anabella en un intento de verse seductora.

-No.- Hablo de la misma forma seria de siempre. Nadie a excepción de Lauren, Nick y mi ama de llaves Maria -Que le di vacaciones- Me han visto en mi otra fachada.

Lauren intenta esconder una risa, pero fracasa visiblemente en el momento que escupe casi toda el agua, soltando una carcajada.

Anabella la mira de mala gana, rueda los ojos y se retira de la cocina.

-Me puedes llevar a mi departamento. --La miro incredulo y me preparo mentalmente para la bomba que estoy apunto de soltarle.

-No puedes irte...- Respondo con calma y busco un vaso en la alacena tratando de parecer indiferente al tema -Seria estúpido.- Murmuro. -A partir de ahora vivirás aquí.

Bebo el zumo de naranja y volteo a mirarla en el momento que escucho como comienza a reír.

-¿De qué te ríes?- Pregunto un poco irritado.

-De ti.-Señala y enarco una ceja -No puede prohibirme nada.- Su sonrisa se va borrando a medida que va hablando. -Nadie nunca me a prohibido nada, no lo harás tu ahora.

Sabia que esto iba hacer complicado, pero no me imaginaba cuanto.

Desordeno mi cabello de forma exasperada.

-No podrás salir aunque quisieras, Lauren. - Me acerco peligrosamente a ella y esta retrocede. -Tienes la casa a tu disposición, para hacer lo que te plazca. Pero no podrás salir, tengo todo esto custodiado.

Sus ojos reflejan puro enojo y se que esta cabreada, pero todo esto lo hago por su seguridad. Tiene que entenderlo

Abandono la cocina dejándola cabreada, me tocó la pierna donde recibí el disparo y hago una mueca de dolor por la punzada que recibo.

David ese hijo de puta iba a pagar por atreverse a llevarla.

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POSESIVO ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora