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Alexander.

-Ya te dije, papá.- Vuelvo a negar-, no puedes hacer nada para obligarme a casar.-Entrecierra los ojos de forma peligrosa y no le bajo la vista demostrándole que ya no le tenia miedo. Estaba hasta el culo de él, no lo soportaba y seguir viéndole era algo que me hastiaba.

Sus ojos grises, el pelo negro lleno de canas, esas marcas en los ojos que demostraba que los años seguían corriendo. Aquella pose de señor y dueño del universo ya no me la tragaba, estaba jodido y el que quiera seguir manejando mi vida a su antojo fue lo que termino por agotar la poca paciencia que me quedaba.

Lo detestaba, odiaba cada maldito segundo que permanecía junto a él.

Era un jodido gilipollas y yo un imbécil que hasta el día hoy seguía sirviéndole como si le debiera algo.

-Lo harás si no quieres dejar de manejar mis asuntos.-Fruncí los labios y asentí dándole la razón en algo, era su maldita mierda y yo ya no lo iba a tolerar más.

-Haz lo que te de la puta gana.-No hace el mínimo intento en detenerme, y salgo de su oficina dando un portazo.

Una mierda es que me voy a casar. Hasta esa jodida mierda quería manejar ¿Quién carajos creía que era? ¿Su maldita marioneta?

No solo le bastaba con ordenarme hacerlo, también quería encargarse de buscar a la prometida. Cuando me lo dijo solo pude reír creyendo que estaba bromeando, pero al ver su rostro en absoluta seriedad fue lo que bastó para deducir que no era una maldita broma. Él realmente pensaba que yo iba a tolerar esa mierda, como si no fuera suficiente todo lo que había hecho por él y sus negocios, aun sabiendo que era el maldito causante de la muerte de mi madre.

No solo hice como si no pasaba nada, sino que también saque de la quiebra a todos sus empresas con todas esas malversaciones que hizo.

Me costo años sacarlo adelante, resolvido la mierda que dejaba a su paso, pero mientras yo le ayuda él seguia jodiendose el culo en lio ilegales. Nadie nunca había logrado detenerlo, y era por la única razón que seguía con él.

Quería hundirle, y aunque me cueste la vida lo iba a lograr.

(...)

Llegue a la sede central de todas las empresas que estaban esparcida por Europa «James Grimes» era como le había puesto en honor a su hijo que le había ayudo. Cosa que había dicho a la prensa en ese entonces comprándole como siempre hacia.

Salgo del vehículo con la misma expresión neutra de siempre. Dirijo mi mirada a la entrada y los guardias de seguridad monitorea todo a su paso con absoluta seriedad, algunos ni me mira cuando paso, como si intuyeran que algo malditamente grave estaba pasando.

Llego a recepción y me encuentro a dos de las recepcionistas hablando de cualquier idiotez.

Se que la vena del cuello me sobresale con lo exaltado que me encuentro y no pierdo la oportunidad para infundir miedo.

-¡Les pago para trabajar!-Se sobresaltan al escuchar mi voz, guardan todo lo que tenían y bajan la cabeza totalmente avergonzadas.

Cuando camino hacia el elevador no soy mas que un volcan a punto de hacer ebullición y mi mente solo maquina como mierda iba a seguir con el plan si ese pedazo de mierda lo habia arruinado.

La última planta me recibe. Todos hacen silencio al verme -Como siempre-. Ignoro todas y cada unas de las miradas y entro a mi oficina dando un portazo.

¡Una paliza es lo que se merece ese maldito!

Todavía no puedo creer que quiera que me case. Hijo de puta. Enciendo un cigarrillo y lo introduzco en mi boca.

-Tienes dos meses para aceptar, sino preparate para despedirte de todo lo que has logrado.

Esas malditas palabras rondaban por mi cabeza, y no salían. Apague él ordenador y me puse de pie. Me acomode él saco negro y me encaminó fuera de la oficina.

Me adentro a la oficina de mi secretaria. Entre sin tocar como siempre hacia y la encontré observando el ordenador concentrada. Puede que sea la única en la empresa que haga su trabajo totalmente bien y además no trataba de enamorarme. Tiene unos 24 años, Bastante pálida, ojos grandes y verdes, pelo largo rubio, una fantasía sexual para mucho y algo jodidamente inservible para mi.

-Gabrielle, ya me voy a retirar.-Levanta la vista haciendo que sus ojos verdes brillen-. Termina de mandar los correos a los Japoneses y luego puede retirarse.

Me largo antes de que pudiera contestar. No era alguien que hacia lazos afectivos con nadie; la única excepción eran Nicholas y María, quien me había criado.

Mi madre le entregó toda su vida a un hombre que la menospreciaba y traía amantes a su casa. Lo peor de todo, es que cuando mi madre le reclamaba él le pegaba. Muchas veces observé como mi padre le pega hasta dejarla inconsciente, pero un día todo se le salió de las manos, llegó totalmente fuera de si, y acabo con su vida.

Lo peor de todo es que no hubo justicia, después de todo, el dinero todo lo puede o eso me demostró.

Cuando llego a casa, Ivan es el unico que se atreve a acercarse y la tiro la llaves del auto para que lo aparque.

Saludo a la ama de llaves con un asentimiento de cabeza y me encierro en mi gimnasio privado arrojando él sacó en algún sitio de este, me quito la camisa a una velocidad increíble. Me pongo en línea de defensa y comienzo a tirar golpe tras golpe al saco de boxear sin detenerme.

A una vida de porquería me había condenado, pero lo iba a acabar y se va arrepentir de haberse metido con lo más sagrado que tenia. A su jodida vida solo le queda poco tiempo; porque lo voy a matar y no me va pesar.

POSESIVO ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora