diez

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PIPER

A Piper le ponía los pelos de punta la idea de asistir a la fogata

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A Piper le ponía los pelos de punta la idea de asistir a la fogata. Le hacía pensar en la enorme hoguera morada de sus sueños y en su padre atado a una estaca.

Lo que se encontró era casi más aterrador: gente cantando a coro. Los escalones del anfiteatro estaban tallados en la ladera de una colina, de cara al foso bordeado de piedras. Cincuenta o sesenta chicos llenaban las filas, apiñados en grupos bajo varias banderas.

Piper vio a Jason en la parte de delante junto a Damian y una chica castaña. Ella era muy hermosa, su cabello marrón lacio le caía por bucles en la espalda y sus ojos tenían esa chispa encantadora. Sin embargo Piper se dio cuenta de un detalle importante, aquella chica brillaba. En el sentido literal, su cuerpo emanaba una débil luz, y las venas de sus antebrazos eran de color dorado. Si Piper no recordaba mal, ella era la hermana de Damian, Sammy Lynx. Leo estaba cerca, sentado con un puñado de chicos de aspecto fornido debajo de una bandera gris metálico decorada con un martillo. 

Frente al fuego, media docena de campistas con guitarras y extrañas harpas anticuadas —¿liras?— daban saltos, entonando una canción sobre las piezas de una armadura, algo relacionado con la vestimenta de su abuela para la guerra. Todo el mundo cantaba con ellos e indicaba con gestos las piezas de la armadura y bromeaba. Muy posiblemente, era lo más raro que Piper había visto en su vida: una de esas canciones de fogata que habría resultado totalmente bochornosa de día; pero en la oscuridad, con la participación de todo el mundo, era bastante cursi y divertida. A medida que la energía aumentaba, las llamas también aumentaron y pasaron del color rojo al naranja y el dorado. Finalmente, la canción terminó con un montón de ruidosos aplausos. Un hombre montado a caballo se acercó trotando. Al menos, a la luz parpadeante de la fogata, Piper pensó que era un hombre montado a caballo. Entonces se dio cuenta de que era un centauro: la mitad inferior, de un caballo blanco, y la superior, de un hombre de mediana edad con el pelo rizado y una barba recortada. Blandía una lanza ensartada con malvaviscos tostados.

—¡Muy bien! Un recibimiento especial para nuestros nuevos invitados. Soy Quirón, el director de actividades del campamento, me alegro de que todos hayáis llegado vivos y con la mayoría de las extremidades intactas. Os prometo que dentro de un momento comeremos galletas con chocolate y malvavisco, pero antes...

—¿Qué pasa con el juego de la caza de la bandera? —chilló alguien.

Brotaron gruñidos entre algunos chicos con armadura sentados bajo una bandera roja con el emblema de la cabeza de un jabalí.

—Sí —contestó el centauro—. Sé que los de la cabaña de Ares están deseando volver al bosque para jugar.

—¡Y matar a gente! —gritó uno de ellos.

—Sin embargo —dijo Quirón—, hasta que el dragón esté controlado, no será posible. Cabaña nueve, ¿algo de lo que informar al respecto?

El centauro se volvió hacia el grupo de Leo. Leo guiñó el ojo a Piper e hizo como si le disparara con una pistola invisible. La chica que tenía al lado se levantó con nerviosismo. Llevaba una chaqueta militar muy parecida a la de Leo y el pelo cubierto con un pañuelo rojo.

ENEMY ², percy jacksonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora