dieciséis

449 55 0
                                    

JASON

Si en el vestíbulo hacía frío, la sala del trono era como una cámara frigorífica

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Si en el vestíbulo hacía frío, la sala del trono era como una cámara frigorífica.

Una bruma flotaba en el aire. Jason se puso a tiritar y su aliento formó vaho. A lo largo de las paredes, unos tapices morados mostraban escenas de bosques nevados, montañas yermas y glaciares. En lo alto, en el techo, unas franjas de luz de color —la aurora boreal— vibraban. Una capa de nieve cubría el suelo, de modo que Jason tuvo que andar con cuidado. Por toda la sala había esculturas de hielo de guerreros de tamaño real —unos con armadura griega, otros con armadura medieval, otros con camuflaje moderno— en diversas posiciones de ataque, con las espadas en alto y las armas cargadas y listas para disparar.

Por lo menos Jason creía que eran esculturas. Entonces intentó pasar entre dos lanceros griegos, pero estos se movieron con sorprendente velocidad, haciendo crujir sus articulaciones y salpicando cristales de hielo al cruzar sus jabalinas para cerrarle el paso.

Se oyó una voz de hombre procedente del otro extremo de la sala que hablaba en un idioma que sonaba como el francés. La estancia era tan larga y estaba tan cubierta de neblina que Jason no podía ver el otro lado, pero, fuera lo que fuese lo que dijo el hombre, los guardias de hielo descruzaron sus jabalinas.

—No pasa nada —dijo Quíone—. Mi padre les ha ordenado que no os maten aún.

—Genial —dijo Jason.

Zetes le empujó en la rabadilla con la espada.

—Sigue adelante, Jason junior.

—Por favor, no me llames así.

—Mi padre no es un hombre paciente —le advirtió Zetes— y, lamentablemente, la hermosa Piper está perdiendo su peinado mágico muy deprisa. Tal vez luego pueda prestarle algo de mi amplio surtido de productos para el pelo.

—Gracias —gruñó Piper.

Siguieron andando, y la bruma se apartó para dejar a la vista a un hombre sentado en un trono de hielo. Tenía una constitución robusta y estaba vestido con un elegante traje blanco que parecía hecho de nieve, con unas alas de color morado oscuro que se desplegaban a cada lado. Su largo cabello y su barba desaliñada estaban incrustados de carámbanos, de modo que Jason no sabía si tenía el pelo gris o si simplemente estaba blanco de la escarcha. Sus cejas arqueadas hacían que pareciera enfadado, pero sus ojos emitían un brillo más cálido que los de su hija, como si en algún lugar bajo aquellas capas de hielo tuviera sentido del humor. Eso esperaba él.

Bienvenu —dijo el rey—. Je suis Boreas le roi. Et vous?

Quíone, la diosa de la nieve, se disponía a hablar, pero Damian dio un paso adelante e hizo una reverencia.

Votre majesté —dijo—, je suis Damian. Et c'est Jason, fils de Zeus. Et c'est Piper McLean, fils de Afrodita, ma soeur.

El rey sonrió, agradablemente sorprendido.

ENEMY ², percy jacksonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora