setenta

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DAMIAN

Damian deseó tener apetito, porque los romanos sabían cómo comer

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Damian deseó tener apetito, porque los romanos sabían cómo comer.

Montones de divanes y mesas bajas fueron repartidos por el foro hasta que pareció una exposición de mobiliario. Los romanos se amontonaban en grupos de diez o veinte, hablando y riendo mientras los espíritus del viento, las aurae, se paseaban por encima de ellos, trayendo un sinfín de pizzas, sándwiches, patatas fritas, bebidas frías y galletas recién horneadas. 

Paseándose por entre la multitud habían fantasmas morados, los lares, vestidos con togas y armaduras de legionarios. Por los bordes del festín, los sátiros (no, son faunos, pensó Damian) trotaban de mesa en mesa, mendigando comida y haciendo trueques. En los campos cercanos, el elefante de guerra jugueteaba con la señorita O'Leary y los niños jugaban al escondite alrededor de las estatuas de Término que rodeaban los límites de la ciudad.

La escena era tan acogedora y tan extraña que le dio vértigo a Damian. Todo lo que quería hacer era estar con Percy, a ser posible a solas. Sabía que tendría que esperar. Si quería que su misión tuviera éxito, necesitaban a aquellos romanos, lo que significaba conocerles y trabar amistad con ellos.

Reyna y unos cuantos oficiales (incluyendo el chico rubio llamado Octavian, que había vuelto de quemar ositos de peluche en honor a los dioses) estaban sentados con Damian y su tripulación. Percy estaba con ellos y sus dos nuevos amigos, Frank y Hazel.

Mientras un tornado de platos de comida era colocado en la mesa, Percy se inclinó y le susurró: 

—Quiero enseñarte la ciudad de Nueva Roma. Sólo tú y yo. Este lugar es increíble.

Damian debería de haberse sentido emocionado. "Sólo tú y yo" era exactamente lo que él quería. En vez de eso, se le atragantó el resentimiento. ¿Cómo podía Percy hablar tan alegremente de aquél lugar? ¿Qué pasaba con el Campamento Mestizo, su campamento, su hogar?

Intentó no mirar las nuevas marcas en el antebrazo de Percy, un tatuaje del SPQR como el de Jason. En el Campamento Mestizo, los semidioses obtenían cuentas de collares para conmemorar años de entrenamiento. Ahí, los romanos quemaban su piel con tatuajes, como diciendo: «Nos perteneces. Para siempre».

Se tragó algunos comentarios y digo:

—Vale, claro.

—He estado pensando —dijo Percy, nervioso—. Tuve la idea de...

Se detuvo cuando Reyna reclamó su atención.

Después de las presentaciones, los romanos y la tripulación de Damian comenzaron a intercambiar historias. Jason les explicó cómo llegó al campamento Mestizo sin recuerdos, y cómo había ido en una misión con Damian, Piper y Leo para rescatar a la diosa Hera (o Juno, da igual cómo la llamabas era igual de molesta en griego o en romano) de su cárcel en la Casa del Lobo en el norte de California.

ENEMY ², percy jacksonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora