veintiuno

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DAMIAN

«Ni siquiera Sammy, ronca tanto como Jason», pensó Damian

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«Ni siquiera Sammy, ronca tanto como Jason», pensó Damian.

Despertar al rubio volador no fue una tarea muy sencilla. Estaba prácticamente en coma y parecía mas tieso que una roca. De cierto modo, Jason le hacía recordar a Damian de como había sido su primera misión con Percy, pero no comentó nada al respecto.

Su mente estaba en otro lugar, no tan lejano, pero que si le hacía a Damian un gran tormento de cabeza.

Horas atrás, mientras el equipo caía del dragón volador despues de visitar a Bóreas y que Damian hubiera estado a solas mientras caía, tuvo una visión. Y se trataba de nada más y nada menos que de Piper. 

Había sido Afrodita quien se la había mandado, de eso estaba seguro, pero la visión era muy confusa. Se trataba del señor Tristan McLean, y Damian lo conocía porque hace muchos años, su padre Joey y él habían trabajado juntos en una película. El padre de Piper estaba amarrado y muy herido a una especie de poste, estaba todo borroso. Pedía a gritos ayuda y parecía no poder aguantar mas tiempo. Sobre él se cernió una gigante sombra y aquella cosa rió maquiavelicamente. Tristan estaba metido en un aprieto divino y monstruoso, y Damian de cierta forma sentía que Piper lo sabía, y sabía de más.

Y ahí estaban. Leo iba delante piloteando y Piper iba detrás de él. Damian no quiso decirle nada, al menos no por ahora. Él estaba intenta recobrar su fuerza. El velo de la muerte no le permite herirle, pero si lo consume demasiado, así como su antiguo poder de manejar la realidad a su antojo, poder que perdió luego de haber muerto.

Los ojos de Jason se abrieron de golpe.

—¡Cíclope!

—Quieto, dormilón. —le dijo Piper.

Leo soltó una risa. Volaban plácidamente a través del cielo invernal como si no hubiera pasado nada.

—De... Detroit —dijo Jason tartamudeando—. ¿Hemos aterrizado? Creía que...

—Tranquilo —dijo Leo—. Hemos escapado, pero has sufrido una conmoción cerebral. ¿Cómo te encuentras?

Jason tenía la cabeza a punto de explotar. Estaba rojo y Damian no sabía si era consecuencia de los golpes que había recibido, y el hecho de que Piper lo estuviera sujetando por la cintura para que no perdiera el equilibrio.

—¿Cómo habéis... el cíclope...?

—Leo los destruyó —dijo Piper—. Estuvo increíble. Puede invocar fuego...

—No fue nada —dijo Leo rápidamente.

Piper se echó a reír.

—Cállate, Valdez. Voy a contárselo. Más vale que te hagas a la idea.

Y eso hizo: le contó cómo Leo había vencido él solo a la familia de cíclopes; cómo habían liberado a Jason y luego se habían fijado en que los cíclopes estaban empezando a recomponerse; cómo Leo había cambiado los cables del dragón y había conseguido hacerles volar de nuevo en el momento en que los cíclopes empezaban aclamar venganza dentro de la fábrica.

ENEMY ², percy jacksonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora