dieciocho

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PIPER

Piper caía a través del cielo

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Piper caía a través del cielo. 

Muy por debajo vio las luces de una ciudad brillando al romper el alba y, a varios cientos de metros, el cuerpo del dragón de bronce dando vueltas fuera de control, con las alas caídas y fuego parpadeando en su boca como una bombilla mal conectada.

Un cuerpo pasó como un rayo a su lado: Leo, que gritaba y trataba de agarrar frenéticamente las nubes.

—¡No moooooola!

Ella intentó llamarlo, pero ya estaba demasiado abajo.

—¡Valdez te juro por todos los dioses que te voy a degollar! —gritó Damian por algún lugar a su derecha.

En algún lugar por encima de ella, Jason gritó:

—¡Piper, equilíbrate! ¡Abre los brazos y las piernas!

Resultaba difícil controlar el miedo, pero hizo lo que él le dijo y recobró algo de equilibrio. Descendía con las extremidades totalmente extendidas como un paracaidista en caída libre, notando el viento por debajo como un bloque de hielo sólido. 

—¡Jason, agarra a Piper y a Leo! —gritó Damian.

—¡Te va a aplastar! 

—¡Confía en mi! ¡Sé lo que estoy haciendo!

Entonces apareció Jason envolviéndole la cintura con los brazos.

«Por suerte», pensó Piper. Pero una parte de ella también pensó: «Genial. Es la segunda vez que me abraza esta semana, y las dos veces porque me estoy cayendo».

—¡Tenemos que coger a Leo! —gritó.

Empezaron a caer más despacio mientras Jason controlaba los vientos, pero seguían dando sacudidas arriba y abajo como si estos se negaran a colaborar.

—¡Esto se va a poner feo! —advirtió Jason—. ¡Agárrate!

Piper lo rodeó fuerte con los brazos, y Jason se lanzó hacia el suelo. Probablemente Piper gritó, pero de su boca no salió ningún sonido. Se le nubló la vista. Y entonces, ¡pum! Se estrellaron contra otro cuerpo caliente: Leo, que seguía retorciéndose y soltando tacos.

—¡No te resistas! —dijo Jason—. ¡Soy yo!

—¡Chicos! —chilló Leo—. ¡Tenemos que salvar a Damian y a Festo!

Jason luchaba para mantenerlos a los tres en alto, y Piper sabía que no había modo de ayudar a un dragón metálico de cincuenta toneladas y a su hermano. Pero antes de que pudiera intentar razonar con Leo, oyó una explosión debajo de ellos. Una bola de fuego subió al cielo desde detrás de un complejo de almacenes, y Leo dijo sollozando:

—¡Festo!

Jason se puso colorado del esfuerzo mientras intentaba mantener un colchón de aire debajo de ellos, pero lo máximo que podía conseguir eran desaceleraciones intermitentes. En lugar de descender en caída libre, parecía que cayeran rebotando por una gigantesca escalera, de treinta metros en treinta metros, lo cual no sentaba nada bien al estómago de Piper.

ENEMY ², percy jacksonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora