treinta y uno

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DAMIAN

Durante un minuto, Jason y Thalia se quedaron el uno frente al otro, anonadados

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Durante un minuto, Jason y Thalia se quedaron el uno frente al otro, anonadados. Entonces ella echó a correr y lo abrazó.

—¡Dioses míos! ¡Ella me dijo que estabas muerto! —Tomó la cara de Jason entre sus manos y la miró como si estuviera inspeccionando todos sus rasgos—. Gracias a Artemisa, ¡eres tú! La pequeña cicatriz del labio: ¡intentaste comerte una grapadora cuando tenías dos años!

Leo se echó a reír.

—¿En serio?

Hedge asintió como si aprobara el gusto de Jason.

—Grapadoras: una excelente fuente de hierro.

—E... espera —dijo Jason tartamudeando—. ¿Quién te dijo que estaba muerto? ¿Qué pasó?

Aquila ladró en la entrada de la cueva. Evan se volvió hacia el animal y asintió con la cabeza.

—Mi loba me dice que no tenemos mucho tiempo, y tiene razón. Pero tenemos que hablar. Sentémonos.

Piper hizo más que eso. Se desplomó. Se habría partido la cabeza con el suelo de la cueva si Hedge no la hubiera cogido. Thalia se acercó a ella corriendo.

—¿Qué le pasa? Ah, no te preocupes. Ya veo. Hipotermia. El tobillo —miró al sátiro con la frente arrugada—. ¿Conoces métodos curativos naturales?

Hedge se burló.

—¿Por qué crees que tiene tan buen aspecto? ¿No hueles a bebida isotónica?

Thalia miró a Damian como si estuviera diciendo: «¿Por qué has dejado que la cabra haga de médico?». Como si fuera culpa de Damian.

—No me veas así —le dijo Damian—. Si hubiesen estado a mi cargo, probablemente estarían muertos.

—Confirmo. —coincidió Evan. Luego miró a Leo—. Tú, Damian y el sátiro, llevad a esta chica con mi amiga de la entrada. Phoebe es una magnífica curandera.

—¡Fuera hace frío! —protestó Hedge—. Me helaré los cuernos.

Damian tomó los hombro de Leo.

—Vamos, Hedge. Estos dos necesitan tiempo para hablar.

—Bah. Está bien —murmuró el sátiro—. Ni siquiera he podido partirle la crisma a alguien.

Hedge llevó a Piper a la entrada y Leo fue tras ellos. Damian se disponía a seguirlos cuando Jason gritó:

—En realidad, ¿podrías..., ejem..., quedarte, tío?

Damian vio algo en los ojos de Jason que no esperaba: le estaba pidiendo ayuda. Quería que hubiera alguien con él. Tenía miedo.

Damian sonrió.

ENEMY ², percy jacksonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora