setenta y cuatro

239 33 15
                                    

PIPER

Si no hubiera sido por los caballos, Piper y Damian podrían haber muerto

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Si no hubiera sido por los caballos, Piper y Damian podrían haber muerto.

Jason y Percy se atacaron el uno al otro, pero Tempestad y Blackjack se resistieron lo suficiente como para que los hijos de Afrodita pudiera salir de la carretera. Se arrastraron por el arcén y miraron atrás, sorprendidos y aterrorizados, mientras los chicos chocaban espadas: oro contra bronce. Volaron chispas. Sus hojas se volvieron borrosas: atacando y esquivando, y la carretera tembló.

El primer intercambio apenas duró un segundo, pero Piper no podía creerse la velocidad que tomaron las espadas. Los caballos se apartaron el uno del otro, Tempestad tronando en protesta y Blackjack agitando sus alas.

—¡Basta! —gritó Piper.

Por un momento, Jason prestó atención a su voz. Sus ojos dorados se volvieron hacia ella, y Percy atacó, haciendo chocar su hoja contra Jason. Gracias a los dioses, Percy giró su espada, quizá a propósito o quizá accidentalmente, para que el mango golpeara el pecho de Jason; pero el impacto fue lo suficientemente fuerte como para derribarlo de la silla.

Blackjack retrocedió a medio galope mientras Tempestad se encabritó, confuso. El espíritu equino corrió hacia los girasoles y se disipó en un halo de vapor.

Percy espoleó a su pegaso para que se girara.

—¡Percy! —gritó Damian—. Jason es tu amigo. ¡Baja tu arma!

Percy bajó el brazo con el que llevaba el arma. Miró a su novio durante unos segundos. Por un momento sus ojos vacilaron y se volvieron verdes de nuevo, pero por desgracia, Jason se puso de pie.

Jason rugió. Un relámpago brilló por el cielo azul. Rebotó en su gladius y derribó a Percy de su caballo. Blackjack relinchó y salió volando hasta los campos de trigo. Jason atacó a Percy, que estaba de espaldas, con sus ropas humeando del impacto con el relámpago.

Durante un terrible momento, Piper no tuvo voz. Gaia parecía estar susurrándole: 

—Debes escoger uno. ¿Por qué no dejas que Jason le mate?

Entonces Percy atacó. Más rápido que un relámpago, Damian se entrometió parando el golpe con su espada. Percy trastabillo por la brutalidad con la que Damian había vuelto a atacar. Él si estaba en sus cinco sentido, sus ojos eran mieles, normales, y no buscaba dañar a Percy o a Jason. Pero los antes mencionados parecían que querían acabar con su vida.

Damian detuvo el golpe de Percy. Jason le dió una patada en las rodillas y Damian se dobló, Jason le atacó con fuerza a la muñeca de Damian y le tiro la espada lejos. Volvió a atacar directo a su cuello, pero Damian logró agachar la cabeza y cogerlo del tobillo para desequilibrarlo.

Jason alzó su espada.

—¡No! —gritó Piper—. ¡Jason, para!

Se congeló, con su espada a escasos centímetros de la cara de Damian. Jason se giró, y la luz dorada de sus ojos parpadeó, extrañada.

ENEMY ², percy jacksonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora