ochenta y cuatro

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PERCY

Nada como el fracaso total para generar grandes ideas

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Nada como el fracaso total para generar grandes ideas.

Percy se quedó allí, desarmado y superado, el plan se formó en su cabeza. Estaba tan acostumbrado a que Annabeth le proporcionara información de las leyendas griegas que él estaba un poco sorprendido al recordar algo realmente útil, pero tenía que actuar con rapidez. No podía permitir que le pase nada a sus amigos. No iba a perder a Damian, otra vez no.

Crisaor no podía ser mejor. Al menos no en un combate singular. Pero sin su tripulación... tal vez entonces podría sentirse abrumado si suficientes semidioses le atacaran a la vez. ¿Cómo lidiar con la tripulación de los piratas? Percy puso las piezas juntas: los piratas se habían convertido en hombres delfines milenios atrás, cuando habían secuestrado a la persona equivocada. Percy conocía esa historia. De hecho, la persona en cuestión había amenazado con convertirlos en delfines. Y cuando Neoptolemo dijo que su tripulación que no tenía miedo a nada, uno de los delfines le había corregido nerviosamente.

―Sí ―Neoptolemo dijo―. Pero él no está aquí.

Percy miró hacia la popa y vio a Frank, en forma humana, asomándose desde detrás de una ballesta, esperando. Percy resistió el impulso de sonreír. El gran chico dijo ser torpe e inútil, pero siempre parecía estar exactamente en el lugar correcto cuando Percy lo necesitaba.

Las chicas... Frank... el cofre de hielo.

Era una idea loca. Pero, como siempre, eso es todo lo que Percy tenía.

―Está bien ―gritó Percy, tan fuerte que él llamó la atención de todos―. Llévanos lejos, si nuestro capitán lo permite.

Crisaor volvió su máscara de oro.

―¿Qué capitán? Mis hombres registraron la nave. No hay nadie más.

Percy levantó las manos dramáticamente.

―El dios aparece sólo cuando lo desea. Pero él es nuestro líder. Él dirige nuestro campamento para semidioses. ¿No es así, Annabeth?

Annabeth fue rápida.

―¡Sí! ―ella asintió con entusiasmo―. ¡El Sr. D! ¡El gran Dionisio!

Una oleada de inquietud pasó por los hombres-delfín. Uno dejó caer su espada.

―¡No tan rápido! ―bramó Neoptolemo―. No hay dioses en este barco. Ellos están tratando de asustarlos.

―¡Deberías estar asustados! ―Percy miró a la tripulación pirata con simpatía―. Dioniso estará seriamente molesto contigo por haber retrasado el viaje. Él castigará a todos ustedes. ¿No te diste cuenta de que las chicas cayeron en la locura del dios del vino?

Hazel, Sammy y Piper habían detenido los ataques temblorosos. Estaban sentadas en la terraza, mirando a Percy, pero cuando él los miró intencionadamente, comenzaron a retorcerse otra vez, temblando y dejándose caer por ahí como los peces. Los hombres-delfín cayeron sobre sí mismos tratando de escapar de sus cautivos.

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⏰ Última actualización: Sep 10 ⏰

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ENEMY ², percy jacksonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora