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Cuando aquel angelote que dejó ir a Asteria cuando intentaba salir de la ciudad apareció poco antes de que el puto elfito de mierda la violara, no pudo evitar verlo como su ángel de la guarda. Algo que, aunque antes había creencias que decían que eso existía, no eran ciertas. 

- ¡Hiut! Qué alegría verte por aquí - saludó con desprecio al elfo. Así que se llamaba Hiut...

- Aliah... - no pareció muy entusiasmado con su interrupción. Una pena que ella sí que lo estaba. 

- Estaba paseando y te he encontrado aquí, ¿qué quieres que te corte lo último? Es que, por si no lo sabías, te voy a hacer pedacitos - una daga apareció de pronto entre sus dedos -. Aunque ahora que veo lo que estás haciendo... creo que te cortaré tu atributo lo primero, ¿qué te parece? - Asteria pudo ver con temor cómo los ojos del ángel resplandecían, fríos como el hielo y más negros que la oscuridad más profunda.

- Vete de aquí, Aliah.

- Hmm, déjame pensar... No, no creo que lo haga - si no estuviera en esa situación, la chica se habría reído a carcajada limpia por aquel comentario.

- Aliah, vete de aquí y déjame disfrutar de mi humana - y una mierda.

- Para tu información, los gritos de ira, odio y dolor de "tu" humana se escuchan por toda la manzana, así que a mí me da, que los dos estaremos mejor si te corto los genitales - bien dicho.

- Ni te atrevas.

Hiut se levantó ante el rostro casi sonriente de Asteria, tras colocarse bien la ropa, y sacó del bolsillo interno de su chaqueta de cuero un cuchillo. La chica se echó para atrás, intentando acercarse a una piedra puntiaguda que había visto a sus espaldas para ahorrarle trabajo al angelote, cuando el elfito de mierda se dio cuenta de ello, probablemente pensando que intentaba huir de él, la agarró por un brazo y la lanzó contra una de las paredes del callejón. La cabeza le chocó con una fuerza inhumana, por algo quien le había lanzado no era humano, contra el grueso muro de piedra, provocándole una herida sangrante, muy sangrante, en la cabeza. Cayó al suelo con un gruñido casi inaudible e intentó levantarse, pero no tenía fuerzas suficientes. Puta mierda. Se dejó caer al suelo con un suspiro, sabía que en ese momento no podía levantarse. Pero cuando las tinieblas empezaron a apoderarse de ella supo que eso sí que era una puta mierda y no lo de antes. 


Despertó con una suave caricia en su rostro por parte de una mano grande y cálida. Abrió los ojos con cuidado y miró a su alrededor. Lo primero que vio no fue quién la había despertado, no necesitaba mirar porque era obvio que había sido el angelote, el elfito de mierda no habría sido tan delicado, sino la sangre que manchaba el suelo de piedra alrededor de algo tan sangriento que no sabía qué era. Ni quería averiguarlo.

- Por fin te despiertas, uno podría haber dicho que habías entrado en coma - desde luego, el angelote tenía carácter, y una buena dosis de sarcasmo. 

- Cierra tu boca, angelote - tampoco es que Asteria tuviera una personalidad dócil y complaciente y estuviese llena de simpatía y amabilidad. 

- Pensaba que a estas alturas ya estarías fuera de la ciudad - su tono se volvió serio.

- Se me olvidó algo.

- Uy, sí, venga. No me voy a ir de Ciudad de Sangre porque se me olvidó una nimiedad que todo el mundo sabe, excepto yo, que no voy a poder recuperar - se burló de ella con más ironía que antes, esta vez acompañado de una estúpida sonrisa sardónica. 

- Si has venido a burlarte, creo que ya sabes donde está la salida del callejón - el angelote puso los ojos en blanco. 

- ¿Lo que se te ha olvidado es un medallón viejo y oxidado que termina en una luna creciente un poco deformada?

- No es de tu incumbencia.

- No es de tu incumbencia - escuchó que el angelote repetía sus palabras por lo bajini, volviéndose a burlar de ella. Asteria no pudo evitar fulminarlo con la mirada, cosa que fue respondida por los ojos en blanco de él. 

- Sí que lo es.

- ¿Ah, sí?¿Y se puede saber por qué o es información confidencial angélica? 

- No sabes cómo ser amable, ¿verdad?

- Dijo la persona más simpática del mundo - replicó la humana, mordaz. Él le volvió a responder con los ojos en blanco; de verdad, ¿qué mierda le ve a ese estúpido gesto?

- Se te olvidó eso, ¿verdad?

- Para tu información no tengo ningún medallón de una luna deformada.

- ¿Y un medallón con una luna?

- No - mintió descaradamente, no le apetecía decirle a un angelote si tenía o no un objeto tan personal para ella.

- Mientes, te vi con él. 

- ¿Cuándo?

- Para ir a trabajar tengo que pasar todos los días por el maldito, jodido y puto Paseo de la Noche, así que es un poco obvio que te viera con tu colgantito. 

Mierda. 

- ¿Y qué mierda te importa a ti un medallón?

- Siento curiosidad por él.

- ¿Por qué?

- Desde luego te gusta preguntar.

- Sí y ahora responde.

- Porque se puede sentir su poder a una legua de él.

- Era de mi madre, una simple humana... no sé... no le veo el poder ni la magia por ningún lado.

- Pregúntale a tu madre, entonces.

- Y una mierda. 

- ¿Por qué?

- Y luego te quejas de que yo pregunte, esto es inaudito.

- Mira, no todos los días un ángel se ofrece a ayudar a una humana a buscar un maldito colgante, así que, ¿por qué no lo dejas estar y te callas durante un maldito momento?

- ¿Estás ofreciendo tu ayuda para que yo recupere el medallón?

- ¿Me has escuchado?

- ¿Me has escuchado? - Asteria repitió su pregunta con sorna.

- Sabes que no tienes por qué repetir todo lo que digo, ¿verdad?

- Sabes que me estaba burlando de ti, ¿verdad?

- Sabes que yo también lo estaba haciendo, ¿verdad?

- Obviamente, mis habilidades de comprensión no son tan nulas como las tuyas.

- Gilipollas.

- Primera norma si quieres investigar sobre mi colgante: la única que puede insultar aquí, soy yo.

- Menuda norma.

- Segunda norma: si yo te digo que te calles, tú lo haces.

- Creo que voy a recuperar el medallón yo solito, ¿sabes?

- Vete a la mierda.

- No creo que sea peor que tú.

- ¡Empezamos a entendernos! ¡Qué alegría!

- Queda decidido, los humanos no tienen cerebro.

- Suerte que sea una humana.

- En ese caso las humanas no tienen cerebro.

- Soy Asteria ¿y tú?

- ¿Eres bipolar? - La chica frunció el ceño.

- No tengo ni idea de qué es eso, pero si tú lo dices, pues vale: soy bipi... bipu..bi-a-nadie-le-importa-como-continúa.

- Desde luego no tienes cerebro. Soy Aliah. 

Ciudad de SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora