El agua lo golpeó de lleno. Invadió su boca y su nariz y bajó por todo su cuerpo, tratando de hundirlo con toda su fuerza. Axtah había visto a otros ángeles caer pronto ante tal poder, pero él había sufrido muchas veces por culpa de este. Una y otra y otra vez. Siempre de manera controlada, obviamente, para que no muriera. Aún así, él supuso que Dánaex habría decidido que él debía haber sufrido todas esas torturas en específico para poder ser capaz de aguantar ese mismo día.
No hizo como cualquier persona con sentido común haría. No luchó contra el agua que trataba de colapsar sus pulmones y sus venas. No. Lo que hizo fue dedicar toda su energía en mantener el escudo de aire compacto a sus espaldas entero. Entero y sin ninguna grieta. Lo que hizo fue intentar convencer a ese agua que se centrara en él y lo intentase matar por completo antes de seguir su camino, que entrase hasta la última gota dentro de su cuerpo. Él podía aguantarlo. Había tenido que aprender a no respirar durante largos periodos de tiempo cuando era joven y Miguel lo había forzado a entrenar. Casi soltó una risa amarga al pensar en eso: que Miguel lo había entrenado para poder pararlo, para poder vencerlo.
A través del torrente de agua que seguía golpeándolo una y otra vez, dejando pequeños daños en su cuerpo aparte del punzante dolor en su cabeza por la falta de oxígeno, podía ver a Handah, Kiedraw y Niueh tratando de llegar hasta él, sorprendidos al verle, pues no sabía que los había estado espiando durante los últimos minutos.
Otra ola rompió sobre él cuando en su visión borrosa empezaron a aparecer pequeñas luces blancas. Por suerte, por algún pequeño milagro, todo el agua salió de su cuerpo y lo abandonó en cuestión de momentos. Cayó al suelo de rodillas, las alas apretadas detrás suya y una mano en el pecho mientras tosía e intentaba recuperar el oxígeno. Las morenas manos de Handah enseguida estaban en su cabeza, quitándole el pelo mojado de la cara y tratando de ver sus ojos mientras Niueh le daba un pequeño masaje en la espalda.
- ¿Qué cojones está pasando? - Escuchó preguntar a Kiedraw, cuyos zapatos veía por delante suya -. ¿Gab? - Se dirigió a ella, a su amiga, su confidente y su amante se recordó Axtah, cuando nadie respondió su pregunta.
Lentamente alzó la cabeza, esperando ver la mueca rabiosa de Miguel, pero encontrándose con la ya destrozada ropa blanca de Gab, quien sorprendentemente se alzaba encarando al arcángel mientras lo protegía con su propio cuerpo.
- ¿Estás bien? - Handah acunó su cabeza con sus manos, la preocupación bailando en el cobre de sus ojos.
Axtah asintió y, pese a las protestas de sus tres amigos, se levantó lentamente. Ahora sí, por encima del hombro de la Garm, pudo ver el gesto rabioso del arcángel a quien tanto temía. Kiedraw casi inmediatamente se lo tapó, al lanzarse contra sus brazos y apretarlo con fuerza.
- Pensé que te perdía... - Un suave sollozo salió de sus labios mientras la abrazaba.
Un golpe en el escudo de aire que todavía mantenía en pie hizo que temblara. La elfa se apartó de él inmediatamente, como si pensara que hubiese podido ser ella la causa del repentino dolor. Axtah se giró hacia su escudo, contra el cual Raziel había conseguido empujar a Aliah con su viento. Su amigo ya estaba en pie y la oscuridad no tardó en apoderarse de esa parte del atrio.
Más allá de Miguel, que continuaba mirando con furia a Gab mientras se analizaban el uno al otro, preparados de nuevo para la pelea, Remiel se batía contra un demonio. El cabello corto de este era de la misma tonalidad del de Aliah, al igual que la estructura de su cara, en especial la mandíbula; la boca y la nariz, sin embargo, era igual de refinadas y exóticas como las de la Garm. La única duda que ahora tenía Axtah era cuánto tiempo había estado el mismísimo Lucifer en Ciudad de Sangre para poder estar peleando ese día.
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Ciudad de Sangre
Fantasy"Él no es tu enemigo. Tú lo eres." La Tierra ha sido poblada por otras criaturas aparte de los humanos, siendo estos considerados inferiores a los demás. Todo eso gracias a un medallón en forma de luna que desapareció, de manera que esas criaturas n...