No sabía cuánto tiempo había pasado, solo pudo observar cómo sus ojos se llenaron de luz cuando la vio, cuando sintió el lazo que los unía, el que había sido creado cuando estuvieron ambos en la soledad de aquel mar de muerte y amor, porque ellos tal vez no eran de la misma raza, pero sí que estaban hechos del mismo tipo de cenizas. El mismo tipo de almas que habían ardido en un mundo de egocéntricos e hipócritas en el que lo único a lo que podían aspirar era a sobrevivir.
- Aliah - la voz de Ragn los interrumpió y la humana no pudo evitar girarse hacia él con la rabia pintada en su rostro.
- ¿Qué? - La sequedad y brusquedad del ángel le dijo que él tampoco estaba precisamente contento por la intervención.
- Has estado en coma, tendrías que volver a la cama que te preparamos y descansar.
- He sobrevivido a cosas peores.
- Casi atraviesan tu corazón.
- Una vez casi me lo arrancan del pecho estando yo plenamente consciente, que me claven tres dagas es un juego de niños.
- Ahora en serio, deberías regresar. Además, nosotros tenemos que terminar de hablar con Asteria.
- Y una mierda - a ella se le escapó antes de que pudiese controlarlo.
- Ast... - el licántropo intentó convencerla.
- Que no. Aliah y yo tenemos que hablar de unas cosas que no pueden esperar. Las tuyas sí que pueden.
- Asteria, ven aquí de inmediato. No hemos terminado la conversación.
- Pues yo sí la he terminado. Adiós.
La humana agarró la mano de Aliah y salió de allí arrastrándolo tras de sí.
- ¿Adónde vamos?
- A mi habitación. No nos molestarán allí.
- ¿Y de qué vamos a hablar? Sabes que no se me da bien hablar.
- Tenemos que hablar sobre lo que pasó en ese mar en el que estabas.
Pareció que el ángel iba a replicar pero se lo pensó mejor y se encogió de hombros.
Ambos siguieron andando sin volver a cruzar palabra durante los pocos minutos que tardaron en llegar a la habitación de Asteria. La estancia tenía el suelo de piedra gris y fría y las paredes de madera, solo contaba con una pequeña cama sin hacer en uno de los extremos y una mesa llena de papeles rotos en el otro.
- Está muy... ordenada - comentó sarcásticamente el ángel.
- Cállate, angelote.
- Como quieras - levantó las manos en señal de paz, una sonrisa bailando en las comisuras de sus labios.
La humana avanzó y se sentó con las piernas cruzadas sobre la cama. Luego de sacar un taburete de debajo de esta, se lo señaló con una sonrisa a Aliah, invitándole a sentarse. Él aceptó y se dejó caer en esa estructura de madera roída con un gruñido, típico de él.
- ¿Y bien?¿De qué quieres hablar?
- ¿Por qué me besaste? - Decidió ir directamente al grano.
- ¿No querías?
- Sí, no, bueno... Eso no es lo que te he preguntado.
- Nadie nunca me había dicho nada así.
- ¿Así cómo?
- Yo también pienso que somos iguales. Tal vez no lo parecemos, pero es cierto. Somos iguales. Lo siento si no sé explicarme bien, nunca hablo de cosas serias.
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Ciudad de Sangre
Fantasy"Él no es tu enemigo. Tú lo eres." La Tierra ha sido poblada por otras criaturas aparte de los humanos, siendo estos considerados inferiores a los demás. Todo eso gracias a un medallón en forma de luna que desapareció, de manera que esas criaturas n...