Abrió los ojos lentamente, las brillantes luces blancas de la habitación le obligaron a que los cerrara casi de inmediato pero al hacerlo un fuerte dolor le recorrió las sienes. Dejó que un jadeo escapara de sus labios mientras intentaba recordar qué mierda había pasado. Recordaba a Asteria y a él en aquel mar y como ella le sacó de allí de alguna misteriosa forma, más tarde habían estado los dos hablando en la habitación de la humana extraña el resto del día y finalmente se había quedado allí a dormir. Todo lo demás era confuso, era una niebla con algunos flashes de consciencia.
Recordó entonces haberse despertado cuando un puñal attavesándole el estómago, seguido de distintos cortes en muchas otras partes de su cuerpo. Volvió a intentar abrir los ojos y esta vez pudo mantenerlos abiertos lo suficiente como para verse en una cama de hospital y distinguir en uno de sus brazos una vía intravenosa junto a varios vendajes en ese mismo miembro que era el único capaz de distinguir. Intentó concentrarse para ver si sentía dolor proveniente de allí pero un nuevo recuerdo acudió a su mente.
Sus alas. Por un instante no pudo evitar rezarle a aquellos dioses que se había prometido a sí mismo no volver a orarles con tal de no haberlas perdido. No sus alas. Si querían podía perder un brazo o las piernas pero no las alas.
A su mente llegaron las voces y las risas de los que habían sido sus captores, sus caras enmascaradas salvo por sus ojos verdes esmeralda y azul profundo. Intentó moverse para comprobar el estado de sus alas, a las que no sentía, cuando un dolor inesperado le atacó, era como si alguien le estuviese cogiendo y retorciendo los intestinos, haciéndolos sangrar y, por un momento, vio unas piernas que no eran las suyas en un lugar oscuro en el que no se encontraba y la sangre cayendo por ellas como si de una cascada se tratase. Pronto volvió a la habitación de hospital con luces blancas y ese dolor que había sentido se evaporó como si no fuese suyo. Aquellas piernas apenas cubiertas por un corto vestido de tela rasgada eran femeninas, casi como si fueran las de...
Asteria.
Cerró los ojos un momento mientras una abrumadora cantidad de recuerdos, sensaciones y emociones le recorrían de golpe. Ella le había encontrado en aquellas oscuras y sucias cuevas y él sabía algo que ya no era capaz de recordar y le había avisado de ello. Pero ella no escapó a tiempo de lo que quiera que él le hubiese advertido y se la llevaron de su vista antes de que él perdiera de nuevo la consciencia.
Un gruñido primitivo salió de Aliah sin que lo pudiera evitar. Él había estado allí, él podría haberla protegido, pero había sido incapaz y por ello ahora ella estaba sufriendo sola aquel terrible tormento que él había sentido antes. Y mientras a él le estaban curando, ella estaba perdiendo sangre y si no llegaba a tiempo... Tenía que llegar a tiempo para sacarla de allí. Tenía que hacerlo. No podía dejarla morir allí por culpa de aquellos mamones de ojos fríos. Él... Él no quería volver otra vez a ser aquella máquina sin vida que obedecía las órdenes que le daban porque no tenía nada mejor que hacer, él quería volver a sentirse vivo, como se sentía con ella. No quería, no podía volver a ser ese cuerpo sin alma y sin razón de ser después de saber lo que era estar vivo. No podía permitirlo. No podía dejar que ella muriera mientras otros estaban intentando salvarle a él. A la mierda su vida. A la mierda todo lo relacionado con él mismo. Lo único que importaba era ella. ¿Por qué el resto no se daba cuenta, con lo obvio que era? ¿Por qué no la habían encontrado ya? Tenía que tenerla entre sus brazos de nuevo, no podía dejarla ir. Él mismo iría hasta donde fuera, él mismo se quitaría la vida si con ello supiera que ella iba a estar a salvo.
Una puerta que, claro está, tenía que ser blanca, se abrió para dejar paso al lobito. No llevaba trenzada su característica barba, que se encontraba enredada y llena de suciedad, así como su largo cabello castaño. Cuando le vio despierto, Ragn sonrió, una sonrisa que le llegó a los ojos azules ojerosos.

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Ciudad de Sangre
Fantasy"Él no es tu enemigo. Tú lo eres." Asteria es una humana, vendida por su familia a un burdel de niña, que intenta encontrar un camino hacia su libertad en un mundo lleno de criaturas infinitamente más poderosas que ella. Lo que empieza como una odi...