D I A M A N T E B L A N C O II

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La historia de como Lucifer se convirtió en Lucifer fue una verdadera revolución en el bajo mundo.

¿Como un chico de sólo diecisiete años podía liderar a una pirámide entera de delincuentes?

¡Era ridículo, era un niño!

Los planes que tenía Lucifer eran enormes, más grandes que cualquier cosa que algún mafioso hubiera planeado. Ni siquiera el mismísimo Thomas Crawford.

La idea que tenía era crear un área donde la gente se moviera para el, lo que se produjera, lo que se ganara, fuera directo a su bolsillo. Producido por y para él.

—¿Como haremos esto?

—Compraremos el territorio entero. Nos apoderaremos del área entera. Todo será del diamante blanco.

—¿Como se llamará?

—El subterráneo.

—¿Como vas a hacer que la policía no entre a rebuscar?

—Estaremos en movimiento. Habrán cámaras en todos lados. Lo más fácil son los clubes nocturnos y los prostíbulos. Empecemos por ahí.

—¿Donde harás la droga?

—En el area central. Tendremos distribución, empaque y envío. Todo en uno.

—¿Que hay de los soplones?

—No habrán ratas. Solo mi gente. El que entra y quiere salirse para hablar lo que no debe, la paga.

—Si algo falla...

—Yo jamás fallo.

El tiempo pasó, el plan fue como todos esperaban y el subterráneo estuvo trabajando en menos de lo que todos imaginaron. Todo marchaba con el pie derecho. La fábrica ya estaba operando al igual que las carreras y los prostíbulos.

Pero, ¿Quieren saber la parte favorita de Lucifer?

Los clubes.

Raziel, Dumah, Abbadon, Ariel, Cassiel, Grigori y Inferno.

Los mejores clubes de todo el país, aquí, en el subterráneo. Lo que todos comenzaron a frecuentar después de que el subterráneo abrió.

Ahí se conocieron, la reina llegó al rey.

—¿Quién es ella?

—Harleen, tiene quince años. Se supone que solo esté limpiando, la acepté solo porque no tenía donde ir. Ya la bajo del escenario es...

—Perfecta —murmuró Lucifer con los ojos sobre la chica. Hipnotizado.

—¿Qué? —le preguntó Bergara sin poderse creer lo que oía.

Lucifer no respondió, en vez de eso, camino hacia la chica que bailaba de manera lenta y sensual sobre el tubo captando la atención de todos.

La canción termino, todo se detuvo y entonces...

—Quiero un baile privado.

El fajo de billetes cayó en el suelo del escenario sonrojando a la chica. Ella le miró, sorprendida.

—No puedo aceptar eso ni siquiera soy bailarina y...

—¿Quieres el dinero?

Ella asintió.

—Entonces, ven y baila.

Ella no respondió cuando el le tomó la mano poniéndole otro fajo de billetes en la palma. Sin decir nada, dejó que el la arrastrara a la habitación privada de luces púrpura. Los ojos azules del chico viéndola sin perderse un detalle.

—¿Como te llamas?

—Harleen.

—No, tu nombre completo.

—No debería decirle eso a cualquiera.

—No soy cualquiera.

—A mi me parece que si —dijo ella algo divertida y perdiendo un poco la timidez—, ¿Que canción quiere que...?

—Or nah, The Weekend —soltó el como si llevase una eternidad pensándolo.

Ella asintió dirigiéndose al estéreo de la habitación. La melodía sensual comenzó a resonar por los altavoces.

Ella empezó a moverse, siguiendo la música y haciendo caso a lo que su cuerpo le decía hiciera. La mirada de Lucifer estaba perdida en su cuerpo, viendo cada detalle, cada movimiento que lo hacía estremecer.

Puro arte, eso era lo que él veía en ella.

Ese rostro angelical, esa mirada sensual, esos increíbles ojos celestes...

Era tan pequeña, tan inocente...

Una chica como ella no debería estar bailándole a cualquiera en un club de mala muerte.

Las chicas como ella estaban destinadas a más, a ser más que eso.

Las manos de Lucifer atraparon la cintura de la chica y no lo dudaron atrayéndola a sus labios.

A partir de ese momento, ella le perteneció y jamás fue de nadie más.

Ella se convirtió en su reina, la Reina del Diamante Blanco.

Rotten | Libro 1 (Saga Diamante Blanco). Donde viven las historias. Descúbrelo ahora