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Capítulo cuarenta y dos: Finalmente

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Dubai.

Las mujeres tenemos un sexto sentido que nos advierte cuando algo va mal. Eso es algo que todos saben y aunque puede ser confundido con la paranoia, existe y es bastante real.

La mayoría de las veces que sentí este sentido activarse no lo seguí, y eso acabó bastante mal.

Por eso, cuando ese cosquilleo me acaricia los vellos de la nuca erizándome la piel. Cuando me da comezón en el cabello, cuando me hormiguea la espalda y siento mi cabeza retumbar, me pongo en alerta.

Porque me prometí a mí misma, siempre hacerle caso a mi sexto sentido.

Y por eso, ahora me tenían encerrada en una habitación con el gilipollas de Dallas cuidándome.

—¿Hasta cuándo piensas tenerme aquí?

—Reina, ya te lo dijeron. Es peligroso que estés afuera, por algo estás aquí.

—Ya. ¿Y tú qué? ¿Por qué te dejaron aquí conmigo?

—Quinn, ¿No lo entiendes o sí? —se cruzó de brazos mirándome fijo—, Tienes tres hombres allá afuera matándose por ti. Uno de ellos te revivió de la muerte, literalmente. Te arrastró fuera de la mierda que estaba hundiéndote. El otro, te convirtió en la mujer que eres hoy día, te hizo una jodida máquina de guerra. Y por si fuera poco, te puso un anillo en el dedo para mostrarle al mundo que eres suya —señaló mi mano, la miré por subconsciente mirando el anillo plateado con el ámbar rojo brillando en ella—. El último... Ese último tuvo una pizca de ti. Una pizca diminuta, y eso bastó para que se metiera tú nombre entre ceja y ceja. Asesinando a diestra y siniestra para tenerte para él solo de nuevo. ¿Y tú me preguntas que porqué estoy aquí?

—En algo te equivocas, chaval —murmuré—, Lucifer y Wesson no están peleando por mí. Pelean por el poder.

—Ajá, ¿Y qué viene después del poder?

Mantuve el silencio, evitando darle su respuesta.

—Sabes que cuándo River caiga, lo primero que harán será matarse como perros hasta que uno gane.

—Eso no tiene porqué pasar.

—Si escogieras a uno, no. Pero tú no quieres escoger, ¿O sí?

—Yo...

—¡Dallas! —gritó Merkel desde la cocina, donde había instalado todo el equipo de rastreo y vigilancia.

—Quédate aquí —me señaló antes de cruzar la puerta, dejándome allí sola.

Ya, pues yo me piro tío.

Mi mirada fue directa a la ventana, y al instante la idea me dirigió sola. La abrí, mirando hacia abajo. Al principio, sentí un poco se pánico por la caída tan horrible que recibiría. Vamos que para ser un búnker esta un poquito levantado del suelo. Pero de igual manera, tenía que lanzarme.

Cuando caí al suelo de culo y me golpee la cabeza con la pared de abajo, supe que había dejado de tener las mismas habilidades de escape que cuando era más niña.

Vamos, que caí peor que tú en las mentiras de tu ex.

Pero eso da igual, lo importante es ir directo a los disparos y acabar con el desastre que se formó, y todo por mi culpa. Porque sí, estaba cien por ciento segura de que esta mierda había sido culpa mía. De haberme quedado con Daniel y Douglas en Virginem nada de esto habría pasado. Ahora debía resolverlo, debía detener la jodida disputa entre Lucifer y Wesson de una vez por todas.

Rotten | Libro 1 (Saga Diamante Blanco). Donde viven las historias. Descúbrelo ahora