015

295 33 15
                                    


Capítulo quince: ¿Quieres que hablemos de eso?
.
.
.
.

Wesson estaba matándome, literalmente.

Habíamos empezado una nueva discusión, y siendo honesta, estaba siendo un gilipollas ahora. Me insistía para que me llevase bien con la zorra de Ericka, algo que sí me permiten decir, creo que es imposible.

Según lo que Wesson me dijo, la tía quería conocerme mejor, y llevarse bien conmigo. Una estupidez, por supuesto. Estaba enojándome lo suficiente cómo para querer salir de la casa, pero no lo hacía.

¿Por qué? Bueno, desde que nos mudamos a esta magnífica mansión he vivido igual o mejor que cuando estaba con Lucifer.

Comía lo que quería, bebía lo que me diera la gana —que no contuviera alcohol, claro— hacía lo que me viniera en gana, y lo mejor de todo: Nadie me podía decir nada.

—¿Estás escuchándome?

—¿Te soy honesta? No. No le veo la importancia a tu estúpido tema de conversación.

—Bien, haz lo que quieras. Ya me tienes harto —bufó poniéndose de pie, no me digne en voltear a ver a dónde iba, ya sabía la respuesta.

Wesson había tomado la costumbre de irse cada que discutíamos, y cuando hablo de irse, hablo de tirar la puerta de golpe y arrancar a veinte millas por hora en su jodido Audi.

Así que mientras me quedé aquí encerrada, decidí hacer algo que no hacía hace mucho.

La curiosidad me llevo lejos y acabe haciéndome una cuenta de Instagram, la gente solía hablar mucho de esa basura, así que quise intentar.

No fue difícil encontrar el perfil de Wesson, todos los del subterráneo lo conocían, y por ende, estaba en todos lados. Tenía su propio fotógrafo y todo. Supongo que para las carreras se necesitan auspiciadores, y él era quien lo atraía. En una fotografía reconocí a Damon, me mordí el labio acercando la imagen un poco más. El tío no está mal, es guapísimo, pero es un jodido tanque de guerra humano.

Fácil tiene una sobredosis en una noche y en la mañana ya está de pie haciendo llamadas con un porro en la boca.

Estoy segurísima de que sería genial en la cama, pero no necesito algo tan inestable a mi lado, es jodidamente peligroso. Me mataría antes de hacerme llegar.

Seguí viendo su perfil, hasta que di con una fotografía que me hizo querer matarlo.

La rubia estaba ahí, sonriendo mostrando su dentadura con ortodoncia. Llevaba el cabello más largo que ahora, vestía un traje ceñido al cuerpo que le marcaba todo, era más corto que los míos, ese con suerte le tapaba el trasero. Estaba maquillada de una manera exagerada, podría decirse que brillaba más que si estuviese en una pasarela inspirada en Euphoria. Estaba allí, sentada sobre el regazo de Wesson. El le sonreía y la veía mientras ella miraba la cámara y posaba con gracia.

Arrugue el ceño, tengo entendido que Wesson y ella terminaron hace mucho. Aún así, seguían pasándola juntos todo el tiempo.

Hice zoom en su rostro. Wesson tenía los hoyuelos marcados, no mostraba los dientes pero estaba sonriendo a boca cerrada, como si no necesitara expresar lo que sintiese, porque ella lo hace contenerlo. Su mano izquierda la sostenía de la cintura y la derecha reposaba en la silla del escritorio donde estaban. Parecían estarla pasando más que bien.

Rotten | Libro 1 (Saga Diamante Blanco). Donde viven las historias. Descúbrelo ahora