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<< Capítulo dos: No me jodas >>
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—Empecemos por lo básico —dijo Daniel mordiendo su tostada—, Tienes que conseguir un trabajo, uno real. Luego, empezarás por conseguirte un auto, no podemos estar todo el tiempo dándote los nuestros, tenemos que trabajar. Y por último, irás a un centro de rehabilitación. O algo parecido, es... Difícil de explicar.

—Tienes que estarme jodiendo —murmuré viendo todo lo que había escrito en unas hojas de papel.

—No, esto es enserio —se unió Douglas sentándose al lado de su hermano.

—¿Dónde voy a trabajar? Ni siquiera estudié en la universidad.

—Terminaste la secundaria, eso es lo importante. Podrías conseguir un puesto en un garaje de gasolina, sería bueno para ti —ofrece Daniel.

—Ni de coña, me dijeron que quieren que me rehabilite ¿No? Pues ahí no será, hay alcohol.

—En el bar donde trabajo necesitan más bartenders, podrías allá.

—Alcohol —murmuré.

—¿Que tal en Davis? Serias buena mesera —dijo Daniel nuevamente, arrugue el ceño.

—Odio la gente.

—¡Eres imposible! —gritó Douglas cansado.

—¿Que esperabas tío? Metiste a tu casa una chica que conociste en un bar, no me conocen de nada y, ¿Quieren hacerme cambiar de la noche a la mañana? Están muy jodidos si creen que eso sucederá.

—Solo queremos ayudarte.

—Pues yo no lo he pedido.

—Dubai, prácticamente te sacamos de vivir en la calle. No me jodas los cojones, ¿Quieres? Por que estoy muy seguro de que prefieres mil veces estar aquí con nosotros antes de vivir en aquel sucio callejón entre la basura —rugió Daniel mirándome fastidiado.

—Haré mi mejor esfuerzo —suspiré rendida—, Pero necesito empezar lento, ¿Bien? Tendrán que comprar unos parches de nicotina para no morirme en el proceso. Aparte, no puedo hacer la desintoxicación aquí, arruinaré todo.

—Ya tengo eso cubierto, un amigo me prestará un apartamento no muy lejos de aquí. Te quedarás ahí por un tiempo —dijo Douglas mientras bebía de su jugo de manzana.

—¿Quién se supone que se hará cargo de mi? Les recuerdo que tengo tendencia a desmayarme durante estas cosas —murmuré recordando mi primera vez siendo desintoxicada, me había quedado sola y acabe en el hospital central casi muerta.

—Tenemos un amigo que ya ha pasado por esto muchas veces, el nos ayudará —respondió Daniel relajado.

—¿Era adicto?

—Era mejor amigo de un adicto —Daniel sonrió complacido, arrugue el ceño.

—¿Ósea que no sabe con lo que va a lidiar? —pregunté confundida.

Daniel soltó unas risitas y compartió una mirada cómplice con Douglas quien le sonrió de la misma manera. Rodé los ojos indignara, estos dos se traían algo en mano.

Rotten | Libro 1 (Saga Diamante Blanco). Donde viven las historias. Descúbrelo ahora