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<< Capítulo treinta y tres: Volviendo a la realidad >>
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Dubai.

Cuando bajé del escenario, sentía la sangre de mi cuerpo hirviéndome al igual que mis mejillas.

Sentía que estaba completamente sonrojada y caliente al mismo tiempo. Jamás en mi vida me había puesto tan cachonda por bailar delante de alguien.

Pero eso quedó atrás cuando esos ojos grises me vieron entre la multitud.

La tensión que sentí cuando conectó su mirada con la mía fue inigualable. Sentía que en cualquier momento, las luces se apagarían y la gente desaparecería dejándonos a nosotros dos solos. Porque por más que todos estuvieran viéndome, yo no estaba bailándole a ellos, yo me movía por y solo para él.

Y esa fue mi primera alerta roja para darme cuenta de que mi atracción por Wesson estaba pasando a ser algo más que una simple atracción.

—¡Lo hiciste genial, gatita! —celebró Kendrick viéndome llegar a la barra.

Le sonreí.

—Muchas gracias, Ken —agradecí llamándole por su antiguo apodo.

El sonrió y entonces cuando iba a responder...

—¿Qué mierda acabo de ver allá? —gruñó una voz a mis espaldas.

Kendrick levantó las cejas sorprendido, yo me volteé. Viendo esos ojos mieles verme con enojo.

—Joker, relájate, solo fue un baile y...

—Baile ni mierda, ¿Sabes lo que me hará Lucifer cuando se entere? Sabes que odia que hagas eso.

—Si pero él no está aquí hoy —espeté—, Y mientras él no esté yo soy la que manda. ¿Entendido?

—Se te olvida quien soy, Harleen —siseó.

—Y a ti se te olvida el anillo que garantiza que no puedes tocarme —gruñí—, Deja de tratarme como una niña, ya no lo soy.

La mirada molesta de Joker se suavizó un poco.

—Eso lo tengo claro, el tubo de allá me lo mostró hace rato.

—A que tuviste una...

—¡Dubai, nena, eso fue asombroso! —gritó la voz de Riley acercándose a nosotros.

Le sonreí viéndolo, el poniendo su brazo sobre mis hombros apegándome un poco a él. El olor a corona me atacó al instante.

Ding, dong, ebrios a las cinco.

—¿Aún sabes moverte? —se burló Arcus llegando a mí.

—Creo que la erección en tus pantalones te responde por si misma —dije dándole una miradita rápida, el carraspeo y se acomodó los pantalones con rapidez y vergüenza apartando la mirada.

Me volteé viendo a Wesson quien rodó los ojos y con un movimiento de cabeza supe que ya era hora de irnos.

O al menos, eso planeaba.

Más yo no.

[ Un par de copas más tarde...]

La verdad es que después de la escena anterior me esperaba que Wesson se pusiera sumamente celoso y comenzara a refunfuñar pero no fue así.

Cuando llegaron las chicas a nuestro alrededor se formó una pequeña discusión de entre porqué no debíamos habernos ido a tomar mientras ellos también lo hacían. 

Rotten | Libro 1 (Saga Diamante Blanco). Donde viven las historias. Descúbrelo ahora