003

395 43 20
                                    


<< Capítulo tres: La tina >>
.
.
.

—¿Que te cuesta? Solo déjame ir a por un poco de cocaína —rogué mirándolo por sobre el inodoro, el mantenía una expresión seria mientras negaba.

Llevaba al menos ocho días aquí y ya quería morirme. Wesson siempre respondía lo mismo, sin mencionar que jamás me dejaba elegir que ver en la televisión.

Los delirios y el ansía me tenían al límite. Todo me enojaba, no podía dormir y lo único que había hecho todo este tiempo era vomitar.

¿Dormir? Ya ni siquiera se que es eso.

—No.

Mi estómago rugió y nuevamente las arcadas llegaron, empecé a vomitar nuevamente a lo que él respondió con una mueca.

—No puedo seguir así —balbucee mirándolo, limpie mi boca con la manga de mi camiseta—, Voy a morir antes de siquiera poder recuperarme —gruñí bebiendo de mi Gatorade. Mi voz estaba rasposa y mi garganta dolía por tanto vomitar.

—Tranquila, se te pasará con el tiempo —respondió él desde el marco de la puerta.

—Vete a la mierda —gruñí metiendo mi cara de vuelta en el inodoro, seguí vomitado en silencio.

Mi paladar ardía y el sabor amargo del vomito me estaba acabando.

—Si no hubieras empezado a meterte toda esa mierda ahora estarías bien —dijo él con hostilidad.

¿Y este tío qué? ¿Acaso piensa que tiene derecho a juzgarme de esa manera?

¿Qué mierda pasa contigo tío? No eres nadie para juzgarme —rugí separándome del retrete con asco—, Tal vez no soy una chica con pasta de algún sitio lujoso, pero no tienes el derecho de tratarme como se te dé la gana. Podrás ser un cabrón con suerte y lindos ojos, pero solo eres más que eso. No tienes más nada que aportar más que tú físico, porque por lo demás eres un hijo de puta que solo se interesa por si mismo.

Sus ojos grises me observaron con burla, ahogó una risa y me miró nuevamente.

—¿Crees que voy a tomarme eso enserio? Una chica que se hace llamar Dubai no puede tener un solo pelo de santa, y déjame decirte que no me conoces de nada, adicta. Así que no me toques los cojones y acaba de vomitar, no sabes lo mucho que odio hacer esto —gruñó mirándome con asco.

—¿Por qué aceptaste siquiera hacerlo si es así? Vamos que la primera vez que nos vimos no fue la mejor, estoy segurísima de que querías abandonar esto tan pronto me viste —respondí con asco mientras bebía del Gatorade, el líquido agrio me quemó la garganta tan solo beberlo.

—Porque Douglas y Daniel son demasiado buenos para lidiar con una mierda como tú —murmuró mirándome fastidiado.

—Seamos honestos, tío. Ni por ellos hubieras tenido a una chica en tú baño, llenando todo esto de vomito. No tiene sentido.

—¿No me quieres creer? Pues jodete, es tú problema. Yo sé porqué lo hago —farfulló.

—Sigue mintiendo, se te da bien el papel de mentiroso.

Rotten | Libro 1 (Saga Diamante Blanco). Donde viven las historias. Descúbrelo ahora