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<< Capítulo once: Eres suya >>
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—Te dejaré libre por el momento, estoy teniendo unos problemas con mis contactos de Virginem y necesito dejarte fuera de eso —dijo apartándose de mi, me crucé de brazos aún bajo la atenta mirada de Lucifer, sin mencionar la de Wesson y Tyson.

—Déjame adivinar, ¿River esta metido en eso? —su ceño se frunció, dándome la razón—, ¡Vaya! Es que aún no aprende a no meterse donde no lo llaman. ¿Ya dejó de buscarme por cielo mar y tierra? —pregunté con burla.

—No. Y por eso mismo, necesito mantenerte oculta cómo lo haz estado hasta ahora.

Un escalofrío me recorrió entera. Asentí.

Ya, ¿Y qué se supone que haré mientras tanto? —pregunté.

El se encogió de hombros, su mirada obvia llegó a mi.

—Sabes que odio que me hagan preguntas tontas, Quinn. Seguirás haciendo lo mismo que antes de que yo te encontrara, procura estar limpia para cuando yo venga pro ti. Te sacaré de ese sucio apartamento tan pronto pueda.

Wesson miró a Tyson, compartiendo una mirada de confusión. Yo me mantuve en mi lugar, los ojos de Lucifer me observaban sin siquiera mirar de reojo a Wesson y Tyson. Estaba ahí, mirándome fijo a mi, cómo si fuera lo único que necesitara ver.

Más bien lo único que quiere ver.

—De acuerdo —bufé—, Pero Wesson seguirá conmigo.

—¿Que acabas de decir? —río de manera falsa y señaló a Wesson con su arma— Este idiota no ha estado haciendo nada, ¿Tenerte encerrada? Eso lo puede hacer hasta el inútil de Bentley.

—Cuando se muera deshidratada, entonces veremos que cojones haces para revivirla.

Lucifer miró con impresión a Wesson, quien hablo por primera vez desde que él había llegado.

Ericka ya estaba de pie, mirándome con odio agarrada del brazo de Tyson, quien observaba la situación a lo lejos. Wesson le sostuvo la mirada a Lucifer, quien la apartó de golpe y volvió hacia mi.

—Te dejaré con este inútil, solo porque tú me lo pediste —gruñó con cansancio. Su atención volvió hacia Wesson, quien aún lo miraba con la mandíbula apretada—. Tengo entendido que tienes mansiones en Valleystreet, en Downtown.

Wesson asintió—: Entonces sácala de ese asqueroso apartamento en el que la tienes antes de que lo mande a quemar.

Wesson no dijo nada ante la orden de Lucifer, se mantuvo callado y quieto. Una vez más, la mirada oscura de Lucifer cayó en mi, dándome una última orden.

—Y tú, ¿Aún tienes las tres tarjetas de crédito que te di? —asentí—, Me encantaría saber que estás esperando para ir a gastar dinero en ti y tú jodido físico, pareces una vagabunda.

—Lo mismo dije yo —se escuchó la voz de Ericka en el fondo, Tyson le tapó la boca con la mano al momento en que hablo.

—Dame la jodida arma, voy a matarla —gruñí intentando acercarme a ella, Lucifer me tomó por la cintura deteniéndome.

Rotten | Libro 1 (Saga Diamante Blanco). Donde viven las historias. Descúbrelo ahora