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<< Capítulo veintidós: El te busca a ti >>
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—Déjame ver si entendí —dijo Joker poniendo sus manos en jarras viendo a Dallas con impresión—, ¿No eres el enemigo?

—Que no, idiota. Ya les dije, quiero ayudar.

—¿Y eso para qué? —preguntó Arcus—, Esto no te beneficia. ¿O sí?

—Bueno, ya que tocamos ese tema, si. Busco beneficiarme de esto.

—¿Qué quieres? —gruñó Wesson.

El sonrió, burlón.

—Es algo bastante simple. Verán... Yo tengo una deuda con tu chico, linda —me señaló.

—¿Tienes una deuda con Lucifer?

—Así es, mi señora —asintió. Apreté los labios por su manera de llamarme. Sus ojos se centraron en Wesson—, Y si mágicamente mi deuda pudiera desaparecer, creo que sería lo mejor para todos.

Arrugue el ceño.

—¿De que es la deuda? —pregunté.

Dallas levanto las cejas viéndome y sonrió ladino.

—Pregúntale tu misma a tu esposo.

A regañadientes y bajo la mirada de todos, marque el número de Lucifer en el teléfono. No tardo nada en responder a penas y resonó.

—¿Nena?

—Tenemos un pequeño inconveniente.

Habla, Quinn.

—Digamos que... Tenemos a alguien que puede ayudarnos con la plaga.

—¿Y para que necesitas mi...?

—Tiene una deuda contigo —lo interrumpí. El se quedó en silencio por un momento, poniéndome nerviosa.

—¿Cuál es el nombre de el bastardo?

—Dallas.

Hijo de... —se escuchó como lanzó algo y se rompió, apreté los labios—, Dile a Merkel que me ponga en holograma.

—Merkel —llamé, el me vio y asintió sacando el dispositivo.

La pequeña cajita cayó en el suelo haciendo estruendo, un botón tintineo un par de veces y la luz apareció mostrando el holograma a color de Lucifer. De no ser por los constantes movimientos de luz, podría pensarse que está ahí de verdad.

—¿Qué carajo haces tú en mi territorio? —siseo viendo a Dallas.

Dallas sonrio y se encogió de hombros.

—Buscando beneficiarnos a los dos, Jareth.

Me tensé por la mención del nombre de pila de Lucifer y el lo noto sonriendo aún más.

—¿O debería llamarte Lucifer? Anticuado nombre, por cierto. Ya nadie usa esos apodos ridiculos y...

—Estas en mi jodido territorio. Yo mando aquí, así que, me llamas como a mi me sale de la gana, para ti soy Lucifer, ¿Entendido?

—Vale, la fiera está sensible —se burló haciendo que Lucifer frunciera aún más en ceño molesto—, ¿No han tenido sexo últimamente o...?

—¡Péguenle un jodido tiro! —gritó Lucifer, Bersa sacó su arma poniéndola frente a la cabeza de Dallas quien ni se inmutó.

Rotten | Libro 1 (Saga Diamante Blanco). Donde viven las historias. Descúbrelo ahora