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Capítulo cuarenta y uno: River

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Dubai.

Aquella mujer que me había enviado al subterráneo, era nada más y nada menos que Keyla Vancof. Una prostituta reconocida de las calles de Ockwood quien se había retirado años atrás pero su reputación persistía viva en las calles.

Obviamente yo no sabía de su existencia, a penas y la conocía cuando me subió a su coche y me dejó en la frontera de Virginem.

Gracias a esa mujer, acabé metida en todo esto.

Aunque, no puedo entregarle todo el protagónico, también fue culpa mía por meterme con River.

Lo recuerdo, como si fuese ayer mismo.

Flashback

¿Y tú quién eres y que haces aquí? —bufó la mujer de la entrada con una ceja enarcada.

Tragué en seco, mirándole.

Me aclaré la garganta, sintiendo mi pulso acelerarse, aquí vamos de nuevo—, Me llamo Harley, vengo de parte de Keyla Vancof. Ella me envió a hacer el  trabajo de limpieza.

—¿Vancof? Esa mujer sigue creyendo que esto es una guardería —rodó los ojos, masticando su goma de mascar de manera exagerada—, Lo siento niña, ya hay limpiadora.

—Espere, por favor yo...

—¿Qué está pasando aquí? —preguntó una pelirroja llegando a nosotras.

—Lo lamento Karly, no quise molestarte en tu hora de descanso. Ella  ya se estaba yendo es... —empezó a disculparse la mujer.

Pero entonces capté que aquella pelirroja era la misma mujer que Vancof me había dicho debía procurar. La que podría ayudarme.

Iba con un vestido extravagante, relleno de brillantina y lentejuelas plateadas. Tenía tirantes finos y un escote prominente que mostraba sus pechos de manera provocativa. Llevaba el cabello pelirrojo en cascada por la espalda, la palidez de su piel hacía que aquella tonalidad naranja fuera única y extravagante. Llamativa, más que nada.

—¿Karly? —pregunté interrumpiéndolas, la pelirroja me miró—, Vengo de parte de Keyla Vancof, ella me envió aquí a preguntar por ti. Ella...

—¿Cómo te atreves a dirigirle la palabra? Es que eres una insolente —gruñó la mujer de la goma de mascar enojada.

La pelirroja levantó la mano, callándola de manera directa. La mujer cerró la boca, sorprendida y sin emitir palabra.

Karly me miró, y tras levantar las cejas relamió sus labios repasándome con la mirada.

—Si Vancof te envió fue por algo, ven, entra a mi camerino. Allí podremos hablar en paz.

—¿Te la llevarás así como así? —le preguntó aquella mujer, entrometiéndose.

—Dalia, aquí se te paga para quedarte callada y no hacer preguntas tontas —siseó enojada—, ¿Y qué es lo que estás haciendo?

—Hablando lo innecesario —murmuró la tal Dalia avergonzada.

—Largo de aquí.

Tras aquella orden, Dalia desapareció de allí. Yo seguí a Karly por el pasillo de luces rojas fluorescentes, y al entrar al camerino, ella se giró, mirándome despectiva.

Rotten | Libro 1 (Saga Diamante Blanco). Donde viven las historias. Descúbrelo ahora