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<< Capítulo veinticuatro: Como antes... >>
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—¿Estás durmiendo?

—Mjum.

—¡Joder, Dubai estamos por llegar! ¿Estás oyéndome?

—Que si, pesado deja ya de joderme.

—Maldita sea —murmuró el con un tono que no me agradó.

Así que me acomodé mejor en el asiento y estrujé mis ojos con mi muñeca.

Parpadeé un par de veces viendo en la misma dirección que el y entonces...

Ay Mierda.

—Dubai... —Wesson cerró los ojos con el ceño fruncido como si estuviera lamentándose, le miré con pánico—, Dime que no tenías el jodido micrófono encendido.

Entonces mis manos fueron directo a dentro de mi sostén. Mis manos tomando el cable que estaba adherido a mi pecho. Apreté los labios cuando mis ojos se detuvieron en la luz roja encendida.

Mierda, nos había escuchado.

—¡Mierda! —bramó Wesson apagando el auto y bajando.

Yo hice lo mismo tratando de llegar igual de rápido que el.

La mirada azulada de Lucifer nos escaneo a ambos, pero se quedó pegada específicamente en uno de nosotros.

Wesson.

—Cuando supe que tu eras el que la tenías no dije nada, ¿Sabes? —dijo dejando la botella de Jack Daniels a un lado, sobre el pasamanos. Wesson y yo estábamos ahí de pie, viéndolo—, Pensé que... Tal vez era bueno que le ayudaras. Quinn no se había limpiado por completo jamás. Cuando supe que tú lo habías conseguido dije... Dios que suerte tuve de que el se le metiera en medio —sonrió a medias, viéndose cínico—, Pero entonces por un momento pensé que la estabas viendo con otros ojos. Y quise matarte —carcajeó.

Me tensé de manera notoria cuando se sacó el arma de los pantalones, dejándola al lado del Jack Daniels.

—Entonces ella se te negó —señaló, yo baje la mirada viendo como Wesson se tensaba ante sus palabras—, Y entendí que ella sabe a quien le pertenece. De quién es propiedad...

—Lucifer yo...

—¡Cállate la maldita boca Harleen! —bramó cortándome el rollo, cerré la boca de golpe—, Jamás había tenido que ponerte en tu sitio pero creo que ya va siendo hora de que tu amiguito me escuche.

—¿Qué más vas a decirme? ¿Quieres estrujarme en la cara que ella te pertenece? —dijo Wesson sorprendiéndome.

Lucifer tenso la mandíbula y negó.

—Tú siempre haz sabido que ella es mía, eso no hay que repetírtelo.

—¿Entonces? —preguntó Wesson viéndolo, impaciente.

—Quiero que sepas que lo de hoy, fue un momento de vulnerabilidad. Ella no te hubiera dejado si hubiese sido yo el que se fuera con ella, si yo no hubiera...

—Si no le hubieras sido infiel —acabo Wesson por el, Lucifer casi lo mata con la mirada.

—Eres su segunda opción. Nada más de eso. Un simple consuelo para cuando nosotros —nos señaló—, Estamos mal. ¿Entendido?

—Siempre lo he tenido claro —bufó Wesson apartando la mirada.

—Lo de hoy no puede volver a repetirse. Y eso va para los dos —nos señaló, ninguno emitió palabra.

Rotten | Libro 1 (Saga Diamante Blanco). Donde viven las historias. Descúbrelo ahora