Prológo

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—¿Dubai? ¿Qué demonios haces ahí?

Los ojos esmeralda de el chico la observaban en silencio, ella acomodaba su arma debajo de su vestido, más bien en su ropa interior.

Tras darle una calada a su cigarrillo, se acercó al chico, los ojos de él estaban puestos exclusivamente sobre el cabello azabache de ella.

—No te importa, riquitillo —la chica soltó el humo de sus labios y sopló en dirección al chico haciéndolo toser.

El chico gruñó por la acción, odiaba el olor a cigarro, lo suyo era estar repleto de colonia masculina, oler a recién bañado y apreciar el olor de unos tenis recién comprados.

Aquel chico era Gael Smith, el hijo del dueño de este bar y probablemente el responsable de decirle a las únicas dos personas que se interesaban por Dubai, que ella estaba ya casi por comerse el suelo.

La chica salió del baño, tambaleándose entre los pasillos, revoloteándose entre la multitud.

En su cuerpo había una gran cantidad de droga, y eso la tenía al máximo. Ni siquiera sentía los pies, estaba flotando entre todos. Pasó la pista de baile, y se detuvo en la barra principal. El bartender, mejor conocido como Douglas la miró con cansancio y soltando un resoplido la miró a los ojos.

—¿Todo bien, Honey?

La chica resopló asintiendo, Douglas estaba de acuerdo en que estaba mintiendo. Ella ya tenía reputación por ese lugar, normalmente se la paseaba por allí, con su Glock en los pantalones y su piel impecable destellando.

Bebía hasta más no poder, y cuando ya estaba lo suficientemente ebria, acababa en dónde los chicos del primer piso. Esos riquitillos como ella los solía llamar, que a pesar de rebosar en dinero, ahogaban sus penas en drogas hasta que no sintieran los pies.
Tal y como a ella le gustaba.

Douglas suspiró, y hizo lo que normalmente hacía en estos casos.

—Tienes que irte a tú habitación, le dire a Daniel que te deje la puerta abierta.

La chica abrió los ojos como platos y empezó a negar—: ¡No! Aún no, tengo unas cosas que hacer antes, vendré de nuevo por aquí. Ya sabes, si ya parezco que estoy al borde del desmayo, me llevas por los pelos, ¿Bien?

La chica desapareció de ahí, huyendo del chico. Douglas le gritó que regresara, pero ella lo ignoró.

Él no podía irse detrás de ella para detenerla de casi ahogarse en su mierda, tenía un trabajo del que hacerse cargo, y aunque no era el mejor bartender de Demoniums, tenía su clase.

Antes de seguir con las órdenes de los chicos que estaban frente a él, encendió su celular y le marco al contacto de emergencia que debía ayudarlo en estos casos.

—¿Qué pasó Douglas? ¿Le abro ya a Dubai o espero? —recibió con voz alegre Daniel a través del celular.

—No, hoy está más difícil que de costumbre, creo que deberás venir por ella.

—¿Es enserio? ¿Qué consumió esta vez? —gruñó el pelirrojo con frustración.

Douglas pusoq el celular entre su hombro y su oído mientras preparaba unos shots para unos chicos que estaban mirándolo impacientes.

—Creo que se inyectó.

—¡Mierda! Voy para allá.

El chico le colgó el celular al pobre bartender que solo se preocupaba por una chica que había conocido hace un mes al menos, saliendo con rapidez para llegar al club antes de que ella cometiese una locura.

Rotten | Libro 1 (Saga Diamante Blanco). Donde viven las historias. Descúbrelo ahora