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<< Capítulo veintisiete: Debía saberlo >>
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¿Conoces la diferencia entre atracción y adicción?

Si no lo sabes, yo te la diré.

Atracción es lo que sientes cuando algo te gusta, algo te llama la atención y quieres estar cerca de eso. Sientes la necesidad de estar junto a eso, por ende, haces lo posible por acercarte.

Adicción es lo que sientes cuando algo te obsesiona. Cuando te gusta de una manera exagerada. Tanto que, necesitas una dosis de eso cada vez que no lo tienes.

Adicción es lo que Lucifer tiene sobre mí, sobre el poder que siente a mi alrededor.

La llegada al área sur fue lo más relajante que pude vivir.

Tan pronto pasamos la frontera de Central Street la sonrisa torcida de Wesson me hizo saber que ya habíamos regresado.

Estábamos en casa.

—Joder, jamás creí decirlo pero extrañé el frío de aquí —murmuré bajando el cristal dejando que el viento azotara mi rostro, inhalando el aire frío de SouthStreet.

—Ese es uno de los encantos de este lugar —dijo mi acompañante viéndome de reojo.

—¿Creciste por aquí? —pregunté cerrando los ojos concentrándome en la brisa.

—Nah, soy de Virginia.

—¿Virginia? Entonces vienes de lejos. ¿Cómo acabaste aquí?

—Mi familia se mudó a Ockwood cuando yo era un niño. A penas y recuerdo lo que viví en Virginia.

—¿Siempre estuviste metido en todo esto?

—¿Qué? ¿Las carreras? —asentí—, Yo perdí a mi familia cuando cumplí los trece. Tuve que buscar la manera de ganarme la vida y sacar adelante a Tyson conmigo.

—¿Y llegaste a las carreras? —asintió.

—Empecé en un barrio pobre a las afueras de Ockwood, conocí a Damon allí, su hermano y el tenían un negocio donde empezó todo.

—¿Qué clase de negocio?

—Haces muchas preguntas, Harley.

—No me llames así —bufé.

—¿Por qué? Es tu nombre de pila —dijo viéndome.

—No me gusta que me digas así.

—Ya, ¿Cómo te digo entonces? ¿Quinn o Quinnsell?

—Ninguna, me conociste como Dubai no...

—Nah, a ti te queda mejor un solo apodo —interrumpió soltando una sonrisa socarrona.

—¿Cuál? —pregunté.

Él giro el volante dando la vuelta y estacionándonos en el aparcamiento del taller.

—Adicta —susurró soltando una sonrisa, mi ceño se frunció haciéndole reír—, Vámonos, hay que sacarle la sopa a tu pecesito.

Rodé los ojos abriendo la puerta y bajando.

Los demás ya habían aparcado cerca de nosotros. Tyson fue el primero en bajar, con una sonrisa en el rostro seguido de Bentley quien miraba todo son sorna.

—¿Cuál es la gracia? —le preguntó Wesson, Tyson hizo un gesto señalando tras de él.

Mis ojos escanearon la manera en que Lucifer veía todo con aburrimiento, mientras que Masón iba tras de él sosteniéndole del brazo.

Rotten | Libro 1 (Saga Diamante Blanco). Donde viven las historias. Descúbrelo ahora