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A D V E R T E N C I A

Este capítulo está narrado en tercera persona, los sucesos aquí narrados pueden ser ofensivos para el lector. Se recomienda discreción. Se acerca el final, así que te recomiendo prestar atención a los detalles. Sin más preámbulo, disfruta.

El horroroso ambiente a sangre y desdicha decoraba el terreno. Cada grupo peleando de manera colectiva para así, ganas una misma guerra de una buena vez. El equipo élite de Lucifer estaba esparcido, mezclado con la gente de Wesson que les brindaban apoyo.

Lucifer y Wesson peleaban a la par, juntos y sin separarse. Pues ellos en algún punto creyeron que separados era mejor, así evitaban desagrados y podrían terminar aquel ridículo acuerdo al que habían llegado. Pero la realidad era otra, una que aunque era de poco agrado para ambos, era lo que debían hacer.

Lucifer fue criado como una mismísima bestia, aprendió a disparar y pelear antes de poder siquiera escribir bien. Había sido entrenado para ser el mejor. Mientras que Wesson había tenido que ser el mejor por obligación. Tuvo que hacerse de un nombre y convertirse por cuenta propia en lo que no muchos querrían.

Así que, esas dos bestias repletas de problemas y rellenas de desastres, tanto internos como externos, tuvieron que empezar a trabajar juntos para poder ganar esto. Por eso, cada paso que Wesson daba iba seguido de Lucifer. Y cada respiración de Lucifer iba acompañada de un aliento de Wesson.

Los mejores, juntos para acabar con el villano.

Suena heroico, ¿No?

Aunque era distinto. Pues en esta historia, no había héroe que salvara a la damisela en apuros. Todos y cada uno de ellos eran villanos a su manera, arriesgando al mundo por lo que ellos quieren.

Y mientras estos dos trabajaban juntos para acabar con el enemigo que tenían en común, la damisela que intentaban salvar estaba dentro de la boca del lobo.

—Así que... Finalmente aquí estás. Por fin estás dónde perteneces.

La mirada asesina que Dubai le dirigió a aquel hombre podría haberlo enterrado siete pies bajo tierra de no ser porque ella no tenía esa habilidad sobrenatural. Allí lo tenía, justo delante de ella. Vestido como cualquiera de aquellos tipos con los que su equipo estaba peleando, con aquel usual cabello castaño peinado hacia atrás con precisión y esos ojos verdes luciéndole asombrosamente aterradores. Traía chaleco antibalas, pero lo que principalmente le destacaba era el  tener tanta protección puesta. Más que cualquiera de los tipos que habían allá afuera.

—Yo nunca voy a pertenecerte.

—Eso no era lo que decías cuando te suministraba tu preciada droga. ¿O sí? Vamos, sé que lo recuerdas bien. Esa sensación asombrosa recorriéndote el cuerpo mientras te hacía mía.

—¿Hacerme tuya? —preguntó ella en un tono de burla—, Yo jamás en la vida seré tuya. Metete eso en la cabeza. 

River sonrió, como si le estuviesen contando el mejor chiste de su vida. Dubai a penas y podía sostenerle la mirada. Todos los recuerdos dolorosos le golpeaban el cerebro, torturándola.

—¿Cuándo vas a darme mi parte del trato, River? —preguntó en un ronroneo Tamara a la lejanía, la hermana de Dubai. Quién ahora, se veía muy diferente a la niña que Dubai abandonó cuándo huyó.

El cabello castaño de Tamara ahora era de un negro azabache casi idéntico al de Dubai. Le caía sobre los hombros de manera perfecta y lisa. Tenía cejas anchas, ojos saltones parecidos a los de su hermana pero de color diferente. Dubai tenía ese color azul grisáceo que le llamaba la atención a cualquiera. Pero Tamara no, Tamara tenía un azul pálido que fácilmente lucía apagado y sin vida.

Rotten | Libro 1 (Saga Diamante Blanco). Donde viven las historias. Descúbrelo ahora