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<< Capítulo treinta y seis: Los verdaderos problemas >>
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Dubai.

Despertar de un desmayo para muchos parece un sueño breve que a penas y sientes. En mi caso, fue durante una hora que pareció un minuto. Para mí, no había pasado mucho tiempo sin saber nada de lo que sucedía a mi alrededor.

Para los demás, habían pasado un sertenar de cosas que habían cambiado todo.

Lo primero fue que Joker tenía dos heridas de bala, en la pierna derecha y en el abdomen al lado de las costillas.

Wesson le había disparado.

Lo segundo fue que la inspectora había pedido piedad, por ende, iba a darnos información a cambio de su libertad. Cosa que en ningún momento le permitiría y por eso, decidió escapar.

Ahora esa hija de puta estaba cruzando la frontera, directo a los cuarteles de la policía.

Y la tercera y según yo la peor, Amaro había descubierto lo que estaba pasando así que ahora, vendría a supervisar.

La verdad, en el tiempo que conocía a Amaro —que era prácticamente la mitad de mi vida— sabía dos cosas. La primera es que básicamente el hacía siempre lo que Lucifer decía. Por ende, que el se apareciera por aquí solo me garantizaban dos cosas.

La segunda era que Lucifer seguiría llevando sus planes a cabo sin importar cuanto tiempo lo tengamos preso, y la segunda, que la competición entre quién manda en la mafia era su punto débil.

El querer ser mejor que Jareth siempre le jodió la vida, siempre le hizo estar un paso por detrás.

Y ahora, era momento de aprovecharse de eso.

Y aunque me gustaría decir que tras el hermoso golpe que recibí al desmayarme en el suelo, desperté en una playa de Latinoamérica bebiéndome un coctel de frutas y con Wesson a mi lado desnudo, la verdad es que eso fue lo menos que viví.

Cuando salí de la habitación de enfermería que Wesson había hecho organizar en la mansión, me encontré muchas cosas pasando todas al mismo tiempo.

Primero, mis ojos escanearon a Aria, quién atrás de ella tenía a Royce de pie como una misma estatua.

Este miraba a todos los demás como si fueran alimañas. Mientras que ella, tecleaba rápidamente en su portátil sin siquiera despegar la vista de la pantalla.

A la izquierda, a un lado de los sofás y la sala de estar, estaban Damon y Bersa. Damon mirando todo de brazos cruzados observándolo todo como un cazador buscando a su presa.

Bersa hacía básicamente lo mismo, solo que estaba sentada y tenía su arma en mano, sin seguro.

Ambos destellaban enojo y más que nada, la seguridad de que cualquiera que se les acercase recibiría un tiro entre los dientes.

En medio de todo, estaban Joker, América, Devon y Tyson. El primero llevaba un vendaje que le cubría desde la mitad de la costilla para abajo, ahí era donde Wesson le había disparado. América, se encontraba de pie junto a el ajustándole las vendas y por lo que vi, cociéndole la ceja. Devon tenía un ojo morado, junto al labio chorreándole sangre. Y bueno, Tyson solo miraba a todos con el ceño fruncido.

Rotten | Libro 1 (Saga Diamante Blanco). Donde viven las historias. Descúbrelo ahora