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Capítulo dieciséis: Él no es mejor que yo
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—Pensé que estarías más feliz de verme —ronroneó el pasando una mano por mi nuca.

Me encontraba frente al ventanal, viendo el paisaje que tenía en frente. Jamás fui de esas tías que se enamoraban de un lugar, al revés, soy más de las que odian quedarse quietas.

La simple idea de la estabilidad me asusta con solo pensarla.

—Lo estoy —respondí girándome hacia el.

Su mano recorrió mis hombros con un roce tenue, bajó por mi barbilla y se detuvo en mi cuello sosteniéndome. Sus labios estaban a centímetros de los míos, su aliento chocando con el mío.

—Te extrañe tanto, Quinn —susurró relamiéndose los labios.

Su mirada era potente, fuerte y con rudeza. Casi pareciera que se estaba conteniendo por soltar todo lo que tenía dentro y descargarlo en mí.

—¿Quieres que te demuestre lo mucho que te extrañé?

Asentí solo para enfadarlo. Lucifer jamás se complacía con solo verme mover la cabeza dándole consentimiento, es de los que se encienden con la voz.

—Sabes que no me gusta que te quedes callada —gruñó en mi cuello, su mano inferior pasó por mi muslo robandome el aliento.

Se quedó a sólo centímetros de mi ropa interior, llevándome a la desesperación.

—Sí.

—Pídelo —susurró con lujuria.

—Hazlo —gruñí abriendo los ojos y enfrentándolo, mi respiración estaba entrecortada por su roce en mi muslo—, Dije que lo hagas.

—Me encanta cuando quieres tomar el control.

Su mano se infiltró por mi entrepierna haciéndome soltar un jadeo imprevisto. Me gustaba que fuera rudo, era una característica que me encantaba de él. Me fascinaba no saber como reaccionaría, era tan imprescindible que me ponía con tan solo escuchar su voz. Pero, esta vez no fue así. La rudeza y la fiereza me dejaron esperando más. Tanto así, que llegue a pensar qué tal vez Wesson podría hacer algo mejor que esto. Porque, aunque jamás hayamos tenido nada fuera de lo que realmente era un simple coqueteo en broma, estoy casi segura de que Wesson tiene habilidad para esto. Su manera de caminar, la manera en que conduce, cada parte de él te deja a saber lo bueno que es. Es tan controlador con todo que juraría que en este tipo de situaciones tomaría el control tanto que no perdería la oportunidad de hacerte gemir más de lo que normalmente estoy acostumbrada.

Dios, no puedo creer que los estoy comparando...

¿Eso se siente bien? —casi olvidaba lo que estaba pasando por perderme tanto en mis pensamientos.

La mano de Lucifer había tomado camino y estaba dando unos roces bruscos sobre mi ropa interior.

Abrí la boca para responder, pero el sonido de un teléfono nos interrumpió.

—Deberías responder.

—¿Ahora? —bufó él con fastidio, asentí alejándome un poco de él—, Bien.

Rotten | Libro 1 (Saga Diamante Blanco). Donde viven las historias. Descúbrelo ahora