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<< Capítulo veintinueve: Bienvenida al Búnker >>
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Normalmente cuando uno despierta de un desmayo siente mareo, nausea, más mareo, confusión, extrañeza...

Pero en ningún momento contaba con que me habían raptado.

¿Qué que había pasado?

Eso mismo me preguntaba yo.

Lo último que había recordado era haber estado viendo como Amaro y Lucifer se peleaban como dos críos, el primero gritándole al otro que hizo lo correcto, y el segundo reclamándole al primero que no tenía derecho y que cagó todo.

Y entonces...

¡Bam!

Me fui en blanco.

Tan pronto abrí los ojos lo primero que recibí fue un olor extraño, como a alcohol de hospital.

Lo segundo, fue encontrarme a un cuarentón sexy viéndome preocupado.

Pero como no había tiempo de ligar...

—¿Quién mierda eres tú? —pregunte viéndolo, el estaba como en un estado de shock.

Solo frunció el ceño y aclaró su garganta viéndome.

—Me llamo Tony y...

—¡¿Dónde mierda me tienen?! —bramé entendiendo que estaba en una habitación blanca y prácticamente vacía.

—Mira yo agradecería que...

—¡Ostia, si es que me han secuestrado! ¿Trabajas para River? ¡Joder, si es que sí!

En menos de lo que el se imaginó, mi arma le estaba apuntando entre las cejas.

El abrió los ojos con sorpresa y levantó las manos en son de paz viéndome temerario.

—Baja el arma, por amor a Dios yo solo...

—¡Cállate la puta boca y dime donde está el bastardo!

—Atlas, enciende la alarma de emergencia.

—Encendiendo alarma de emergencias.

Fruncí el ceño y le quité el seguro al arma.

Mi mirada pasó por la habitación buscando indicios de que había algún operador electrónico pero no lo encontré.

—¡¿De donde mierda ha sonado eso?!

—¡Tony! —gritó America llegando a nosotros y viéndome sorprendida.

Su mirada pasó del tipo delante de mí y de regreso en un santiamén.

Espera...

¿America?

—¿Qué hago? —le preguntó histérica.

—¿Tú nos traicionaste? —pregunte incrédula viéndola—, ¡Joder, teníamos un topo en el equipo! ¡Juro que en cuanto lo mate a él acabaré contigo, jodida rata...!

—¡Llama a James, llama a James! —gritó desesperado el tío cuando vió que mi dedo se aproximó al gatillo.

—¡Wesson, despertó! —gritó America por el pasillo aún viéndonos.

Entonces ella desapareció por el pasillo dejándonos solos de nuevo y haciéndome replantearme que si debía matarle o no. Pero entonces mi cabeza lo proceso y lo capté.

Wesson estaba aquí.

Estaba a salvo.

Wesson no me traicionaría. ¿O sí?

Rotten | Libro 1 (Saga Diamante Blanco). Donde viven las historias. Descúbrelo ahora