Capítulo 28

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POV ZAHIRA

Atravesamos la salida del palacio sobre el lomo de Hope y no me giro a ver el alboroto que hemos formado, ya me resulta bastante incómodo sentir el cuerpo de Jonathan pegado a mi espalda como para removerme, pero eso no quiere decir que me desagrade, el tipo es guapo... muy guapo y si va a resultar de esos esposos que dejan hacer a sus mujeres lo que se les da la gana, eso lo hace ganarce algunos punto extras.

El animal cabalga desbocado por la arena del desierto y me deleito cuando la calida brisa acaricia mi rostro. Amo cabalgar y aunque mi padre me lo haya prohibido, no me puedo imaginar cuando lo pueda hacer libremente.

Cuando estamos lo suficientemente lejos del palacio, halo las riendas del animal y este poco a poco va disminuyendo la velocidad.

—Eres una excelente jinete, Zahira —susurra Jonathan e instantáneamente mi piel se eriza al sentir su cálido aliento en mi oído.

No respondo nada, él está lo suficientemente cerca para notar la reacción en mi piel y en estos momentos estará pensando que tiene algún efecto en mi, pero la realidad esta muy lejos de eso.

Las imponentes dunas del desierto nos rodean y si no conociera estos terrenos como la palma de mi mano podríamos decir que hasta estamos perdidos, pero por los viejos barrotes oxidados que no están muy lejos sé exactamente en dónde nos encontramos, aquí veníamos mi padre y yo a practicar para los torneos de equitación.

Si era capaz de cabalgar mientras mi caballo saltaba obstáculo, durante horas bajo el inclemente sol y con la arena caliente casi quemando mis pies, podía hacerlo en cualquier parte del mundo. Mi padre creía que podría llegar a ser una campeona de talla mundial, pero desde que sucedió lo del accidente en mi última práctica, decidió prohibirme una de las cosas que más amo.

—¿Qué te llevó a retirarte de las grandes ligas de la equitación? —inquiere Jonathan de repente como si hubiese podido leerme el pensamiento.

Él y yo alguna veces coincidimos en algunos torneos y debo decir que fue un buen contrincante, pero nunca lo suficientemente bueno para arrebatarme el primer lugar. Por lo menos no hasta que me retiré.

—Mi padre me lo prohibió —respondo encogiendome de hombros.

—Pero, ¿cuál fue la razón? —insiste y no veo la gracia de ocultarlo, sabiendo lo intenso que él puede llegar a ser de seguro no me deja en paz hasta que se lo confiese.

—En mi último entrenamiento, caí del caballo y casi me rompo el cuello —le explico—. Por suerte Zahel estaba cerca y logró evitar que no saliera tan herida.

—Tener accidentes es algo inevitable —dice mientras se abraza más a mi—. Y más cuando practicamos un deporte tan arriesgado como este, ni los jinetes más experimentados están exentos de tener alguno —agrega.

—Yo no caí por ningún descuido —le aclaro—. El caballo en el que estaba montando era nuevo y al muy imbecil de mi hermano le pareció divertido hacerme una de sus jugarretas —le cuento—. Zahel colocó una pequeña víbora cerca de las patas del animal y ya deberás imaginarte el resto.

En realidad no había sido una suerte que mi hermano estuviera ahí, él había provocado el accidente pensando que sería una broma divertida asustar a mi caballo, pero lo que no vio venir es que por su culpa casi muero.

El maldito caballo se paró en dos patas tumbandome de su lomo y salió huyendo despavorido, ese día solo me rompí dos costillas y tuvieron que suturar mi frente por la brecha que se me abrió, si el no hubiese estado cerca de seguro habría resultado con más lesiones.

—¿Y no le contaste a tu padre? —me pregunta serio y yo niego con mi cabeza.

—Creo que yo le he hecho más mierdas a Zahel de las que el me a hecho a mi —me encojo de hombros de nuevo —. Ya bastante el pobre tiene que liderar con el mal humor de mi padre, como para sumarle un reproche más a la larga lista que él le tiene.

ALLARIK  Libro #2 ADD ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora