Capítulo 36

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POV ZAHIRA

Grito como loca mientras pataleo, lanzo manotazos e insulto hasta el cansancio a los malditos orangutanes que me llevan a rastras por todo el palacio.

Sé que no me llevan a la misma habitación en donde me tenían cautiva, porque el camino que me había tomado el trabajo de memorizar no es el mismo y mi temor aumenta por no saber a que me enfrento.

Caminamos a través de un pasillo el cual posee muchas puertas y al juzgar por la forma en que están posicionadas deben ser las habitaciones principales, nos detenemos en frente de una puertas doble de color azul oscuro con bordes tallados en oro y no es difícil deducir que es la habitación de mi maldito marido.

Mi marido... que mal sabor deja pronunciar así sea mentalmente esas palabras y más cuando por más que ames a esa persona, te obliga a hacer lo que no quieres.

Es un gilipollas sin corazón, ¿cómo se le ocurre manipularme con destruir a mi nación si no firmaba los malditos papeles matrimoniales? Eso, es caer bajo y el ha caído en un pozo muy hondo.

El hombre que conocí en Montecarlo no es para nada ese monstruo el cual ahora se cree con el derecho de llevar el título de mi esposo, de una u otra forma si hubiese querido que ocurriese esto, pero no de esta manera, no a las patadas como se tiene acostumbrado en estas tierras.

Los hombres que me llevan me ingresan de manera buzca a la habitación, el olor de la fragancia masculina de Allarik invade mis orificios nasales comprobando que mis sospechas eran ciertas.

Me tiran a la cama que es ridículamente gigante y uno de los hombres saca unas esposas mientras el otro me obliga a pasar mis manos sobre mi cabeza para luego colocarmelas.

—¡Ya basta, desgraciados! —pronuncio con la voz ronca de tanto haber gritado y esto en vez de sonar a un insulto lo único que logra es hacer que los dos hombres se rían.

Hijos de perra...

—Busca a Murah y dile que traiga un calmante —pronuncia uno de ellos y yo comienzo a negar con mi cabeza.

—No... un calmante no, por favor, no... —ruego dejando todo mi orgullo y dignidad por los suelos mientras las lágrimas comienzan a salir de mis ojos nuevamente.

Los hombres ignoran mis súplicas y salen de la habitación dejándome llorar como la patética que soy.

Grito en varias ocaciones que me dejen ir, mientras maldigo y en otras lloro hasta que mis ojos ya no pueden botar ni una lágrima más.

¿Cómo mierdas pude dejar que esto pasara? Me pregunto una y otra vez sin dejar de lamentarme.

Si no hubiese hecho el berrinche de aquella noche de salirme del palacio para huir de los celos de Jonathan, nada de esto hubiese pasado.

Tal vez ahora estuviera atrapada en los preparativos de una boda que no quiero, pero por lo menos con la certeza de que los míos estarían a mi lado.

Mi padre debe estar pensando lo peor de mi y sin contar que mi honra habrá quedado por los suelos, seré una mujer de segunda ante los ojos de mi familia y sin duda ese es el mayor deshonor que puede haber para una mujer que pertenece a mis tierras.

Miro a mi alrededor para ver que posibilidades tengo de huir, pero es inútil porque por más que tire de las malditas cadenas de las esposas, estas no ceden, lo único que logro es hacerme más y más daño.

Detallo cada esquina de la habitación y no cabe duda que Allarik es un maldito psicópata, cientos de pieles de animales decoran todo el lugar y me eriza la piel ver estendida en el suelo una inmensa piel de tigre blanco.

ALLARIK  Libro #2 ADD ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora