Capítulo 41

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K & A.

(Sucesos ocurridos antes de que Ian se fuera durante tres meses)

En mi vida yo misma me inventé una filosofía, y se llamaba «ahí está la puerta». Si algo de mí no les gustaba, ahí está la puerta. Si les molestaba lo que decía o hacía, ahí está la puerta. Sin embargo, con Adrián mi filosofía se fue directo a la mierda.

Si algo de mí no le gustaba, inmediatamente yo trataba por cambiarlo.

¿Y el porqué? No lo sé, solo quería cambiar para ser como a él le gustaría.

Creo que el hecho de que buscaba mucho de su aprobación era por el cariño y atención que me entregó. Muy pocas veces sentí lo que era un amor sincero, nadie nunca se interesó en demostrármelo, tenía que sexualizar mi imagen para sentirme querida, pero era un error.

En mi cabeza la misma pregunta siempre se repetía, recordándome mi falta de amor propio. Pero, ¿cómo podía un hombre quererme si ni siquiera mi padre me amó?

Era como una maldición.

O era con lo que me gustaba engañarme. Me imaginaba que mis dos amigos y yo nacimos con una maldición, la maldición de nacer y ser despreciados y no deseados.

Pero solo eran mis ideas.

Porque capaz y la maldición era morir. De uno por uno.

Aunque si se lo contaba a alguien, me tacharía de loca.

En fin...

Cuando conocí a Adrián llamó toda mi atención, era guapo, de buena familia, adinerado. Sabía que podía tratar de engatusarlo para que me diera todo lo que necesitaba, pero mi grave error fue conocerlo a fondo y darme cuenta muy tarde de cuánto le quería.

Adrián era un hombre muy transparente, noble, educado, y sincero. Y mis intenciones con él pasaron de ser malas a buenas, pero como todo lo bueno se arruina, cambió.

Él me demostró sus sentimientos y lo que hice fue quererlo más. Después de todo, entre él y yo existía una conexión, lo que a mí me faltaba él me lo daba, y lo que le faltaba a él yo se lo entregaba.

Nuestros encuentros fueron convirtiéndose en una relación privada, dejé de salir con otros chicos, y me enamoré de él. Para mí era suficiente tenerlo una sola hora del día, porque solo con tener su compañía me hacía feliz y me llenaba por completo.

Hasta que simplemente un día todo eso cambió. Adrián no me hablaba. No me llamaba. Ni siquiera me miraba. Y yo no entendía lo que pasaba, si ya no hacía nada malo porque lo respetaba, pero era como si él hubiese olvidado todo aquello, cada demostración de mi amor, se le olvidó.

Y lo busqué, lo busqué como una loca, como una rogona, pero por más que hacía él no volvía.

¿Por qué? No sé.

Pero en mis ideas más descabelladas ideé un plan para hacerlo volver, sin pensar que todo se saldría de mis manos.

Le dije que estaba embarazada.

Quiero Odiarte ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora