Capítulo 69

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C A P Í T U L O 6  9

IAN DEATH OR DE'ATH

Tres años antes.

Solté un suspiro cuando terminé de meter todas las cajas con las pertenencias de Annabelle al apartamento y cerré la puerta detrás de mi espalda cuando nos adentramos. La observé de pies a cabeza y sonreí de lado, sintiéndome feliz. Ella volvió a darle una ojeada a los muebles del apartamento y fue sonriendo de poco a poco con emoción, su sonrisa me llenó de paz, tenía una sonrisa preciosa y angelical, una sonrisa que quería recordar para toda mi vida.

Di un paso hacia ella y me coloqué tras su espalda, encajé mi mandíbula en su cabeza y la rodeé con mis brazos, abrazándola.

—Hemos dado un gran paso, ¿lo sabes? —cuestionó, girándose para quedar de cara a cara conmigo. Asentí con la cabeza sabiéndolo y la apagué más a mi cuerpo —. No quiero que te me vayas a arrepentir, eh.

—No me voy a arrepentir nunca —aseguré, dándole un beso en la frente —. Y desde hoy te digo que si llegamos a pelear el que debe irse soy yo, no tú, ¿sí?

Annabelle sonrió con diversión y negó con la cabeza, rodeándome el cuello con sus manos.

—Vaaale... pero no creo que vayamos a pelear.

Le acomodé un mechón de su cabello y acorté nuestra distancia. Pasé la punta de mi nariz por su mejilla y cerré mis ojos.

—Eso espero, belleza —murmuré, antes de buscar sus labios y besarla como solo nos besábamos cuando estábamos solos: con urgencia.

Apreté mis manos sobre su cintura y fui bajándolas de poco a poco hasta apretarle una nalga. Annabelle soltó un gemido ahogado entre mis labios y sonreí con descaro, separando un poco mi boca de la de ella para mirarla a la cara.

—¿Crees que deberíamos estrenar la cama? —pregunté, tomándola de la nuca y enterrando mi cara en su cuello. Planteé un mojado beso sobre su piel e inmediatamente su piel se erizó bajo mi toque.

—Sería buena idea para bautizar el apartamento.

Annabelle dio un salto, enrollando sus piernas en mi cintura y la sostuve contra mí, pegándola contra la pared más cercana para buscar respaldo. Coloqué una de mis manos en la parte interna de su muslo y mordisqué la delicada piel de su cuello. Me encaminé hacia la habitación de nosotros a tientas, sin dejar de concentrarme en ella y empujé la puerta con torpeza, abriéndola de golpe y haciendo sonar un estruendoso ruido.

—Apenas llegamos y ya andas haciendo desastres, cielo —comentó con burla y me reí, sin prestarle tanta atención a la puerta.

Caminé a la cama sin dejar de cargar a Annabelle y la dejé en ella con cuidado. Ella se dejó recostar en la cama y me senté en la orilla, la tomé de un pie y le quité la zapatilla derecha, para después quitarle la izquierda.

Dejé caer sus zapatos al piso y me acerqué a ella. Apoyé todo mi peso sobre uno de mis brazos y Annabelle estiró su mano para acariciarme la mejilla y sonreírme. Le proporcioné un pequeño beso en las comisuras de sus labios y continué bajando por su garganta, su respiración comenzó a acelerarse y su piel empezó a subir de temperatura mientras más bajaba. Pasé la punta de mi lengua por su mandíbula y acaricié con mis manos los costados de su cintura. Mis dedos elevaron la tela de su blusa y colé mis dedos en ella, apreté con suavidad su piel y dirigí mi mano hacia el broche de su sujetador. Se lo desabroché con una sola mano sin batallar y me encargué de quitarle su blusa.

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