Capítulo 52

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C A P Í T U L O 5 2

IAN DEATH OR DE'ATH

Los latidos de mi corazón aumentaron y por primera vez, sentí lo que era el verdadero miedo.

Reaccioné sin perder tiempo y corrí hasta el cuerpo de Katherine que yacía inmóvil colgado del techo, sentí mis ojos llenarse de lágrimas y un dolor en mi pecho, pero aún así hice todo lo posible por quitar la extensión del cable de su cuello y bajarla al suelo. Tomé su cuerpo tibio entre mis manos y palmeé sus mejillas, su rostro estaba pálido y sus labios morados.

Abrí su boca y junté mis labios con los de ella para darle respiración de boca a boca como me lo habían enseñado en los tres meses que estuve fuera, sin embargo, tras hacerlo dos veces seguidas ella seguía sin moverse.

—Katherine... no, por favor no me hagas esto, por favor...

Cargué su cuerpo lívido entre mis brazos y salí corriendo de su habitación, al bajar las escaleras una señora que reconocí como la vecina empujó con fuerza la puerta de la entrada.

—Escuché un grito y... ¡Ay, Dios mío! ¡No!

Esquivé a la señora para no perder más tiempo y como si su mente supiera lo que debía hacer salió de la casa y abrió la puerta trasera de mi auto para que pudiera meter el cuerpo de Katherine. Podía escuchar las exclamaciones de todos los vecinos que salieron a ver qué sucedía con mi grito.

Saqué las llaves de mi auto y desactivé la alarma, la vecina me murmuró algo como que le avisaría a la madre de Katherine, pero no estaba centrado en escuchar a nadie.

Puse en marcha el auto y pisé el acelerador con fuerza, saliendo del barrio en donde ella vivía. Conducí arrebatando todos los carros y pasándome los semáforos en rojo, mis ojos bloqueaban a todos los autos que hacían sonar la bocina con molestia.

Estiré mi mano hacia atrás y tomé la de Katherine, dándole un fuerte apretón; esperando a que me lo devolviera, pero eso no pasó.

Por el espejo retrovisor alcancé a ver las luces rojas y azules de la policía, sin embargo, no me detuve pese a que me lo pidieron.

—Por favor, Katherine, no te me vayas —un nudo se formó en mi garganta y sentí la humedad de las lágrimas en mi cara —. Tú no...

Solo solté su mano hasta que llegué al hospital para presionar la bocina y parar abruptamente, bajé del auto y enseguida miré a los médicos salir con una canilla preparados. Abrí la puerta y saqué con cuidado el cuerpo de Katherine, un médico se acercó a mí y me ayudó a acostarla sobre la camilla blanca. Cuando ellos se adentraron con prisa al interior del hospital los seguí, limpié las lágrimas que tenía y el doctor me dejó entrar a la sala donde atenderían a Katherine. No tenía objeción del tiempo que había pasado, pero dentro de la sala todo ocurrió tan rápido. Miré cómo las enfermeras cortaban con rapidez la ropa que llevaba puesta y al segundo después miré al doctor preparar los electrochoques. Yo no daba crédito a lo que estaba sucediendo, la parte interna de mi mente bloqueaba cualquier sonido dentro de las cuatro paredes y no podía pensar en nada más que en Katherine.


El doctor presionó los aparatos sobre el pecho de Katherine y su cuerpo se impulsó hacia delante, pero no reaccionó. Presioné mi espalda contra la pared y sentí que el aire no entraba a mis pulmones. El doctor hizo otro intento, sin embargo, el cuerpo de la pelinegra no daba ninguna señal de vida.

Mi pecho se comprimió dolorosamente y el doctor dejó los aparatos a un lado y le ordenó a una de las muchas enfermeras a que sacara algo con prisa. De un momento a otro él tenía una jeringa en su mano y la clavó en el corazón, pensé que ya reaccionaría, tenía la esperanza y la ilusión, porque ella todavía no podía irse, pero su cuerpo quedó en la misma posición y ninguno de sus músculos se movió.

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