Quiero Odiarte ✔️

Capítulo 66

C A P Í T U L O 6 6

IAN DEATH OR DE'ATH

Año y medio después.

Solté un suspiro lleno de cansancio y presioné mis dedos sobre mis sienes para masajearlas por un breve momento donde trataba por desestresarme. Había terminado de revisar la gestión de gastos del hotel que pertenecía a Annabelle. Al final, terminé por aceptar y llevé cursos para aprender sobre Gestión de costos, Tributación aduanera y empresarial, Gestión financiera avanzada y... entre otras cosas más.

Era duro, pero me esforcé mucho para no equivocarme y al final le tomé el gusto, al cabo siempre me gustaron los números.

Dejé unas carpetas sobre el escritorio y encendí la computadora para revisar unos documentos, al terminar entré por curiosidad en la sesión de noticias en internet. No había noticas tan buenas ni relevantes, solo hablaban del nuevo presidente del país y más temas de política. La política al final me interesó, y era irónico, porque antes ni atención le prestaba.

Leí brevemente algunos artículos sin detenerme mucho, hasta que un encabezado capturó toda mi atención y me hizo enderezarme en la silla giratoria en la que permanecía sentado.

"SE BUSCA. RECOMPENSA 60 MILLONES DE PESOS"

«La procuraduría general de la República ofrece una recompensa de 60 millones de pesos a quien proporcione información confiable que lleve a la captura del delincuente Saúl Leyva alías "La muerte" condenado a prisión.

Sonreí con descaro y meneé la cabeza, mirando detenidamente las fotos que estaban adjuntas en la noticia, eran tres fotos del padre de Annabelle, no eran de la mejor calidad, pero si era una cara que te es familiar y que memorizarías por si buscas ser millonario de la noche a la mañana.

Eliminé la pestaña de las noticias y cerré la computadora. El padre de Annabelle estaba siendo rebuscado hasta abajo de las piedras, y por consiguiente tuvo que huir a Luxemburgo, pero no duraba más de dos semanas porque pasaba de país a país. La familia de Annabelle tuvo que dejar su antigua casa hace seis meses y mudarse a una más discreta afueras de la ciudad. Tenían que mantener un perfil bajo también.

Observé la madera del escritorio repleto de papeles y carpetas, y la puerta fue abierta, ocasionando que levantara la vista al instante.

—Hola, mi amor —saludó Annabelle, sonriéndome. Le devolví la sonrisa y me puse de pie.

—Hola —saludé de vuelta, planteándole un pequeño beso en los labios que ella recibió feliz. La tomé de la mano e hice que se diera una vuelta bajo mi mirada. Seguía trayendo su cabello teñido de rubio, ahora más largo y liso, y sus ojos intensos e hipnóticos resaltaban bajo el natural maquillaje que llevaba y me observaban con el mismo amor de siempre. Pasé la yema de mi dedo por la piel de su cuello y la deslicé hasta su clavícula descubierta por la blusa que tenía puesta —. ¿Qué te hiciste que te veo mucho más hermosa?

Su garganta emitió una delicada risa y bajó la mirada, sonrojada.

—No me hice nada, no seas exagerado.

Levanté mis cejas y ladeé la cabeza.

—¿Eso significa que cada día vas poniéndote más hermosa y preciosa? —Annabelle escondió la cara en mi pecho y besé la coronilla de su cabeza —. Cada día me das más problemas con tu belleza.