Capítulo 21

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C A P Í T U L O 2 1.

IAN DEATH OR DE'ATH

Me removí en la cama y gruñí cuando sentí un peso arriba de mis piernas, lo cual hizo que fuera imposible moverme. Mi espalda dolía, no estaba durmiendo a gusto.

Intenté moverme para estar en una posición más cómoda, sin embargo, no logré hacerlo.

Abrí los ojos poco a poco, mientras pestañeaba y restregaba mis manos en mis ojos. La vista fue haciéndose clara y caí en cuenta en que no estaba en mi casa. Observé por un segundo a mi alrededor, y tragué saliva. Cerré con fuerza los ojos y los volví a abrir para observar a la mujer que tenía a un lado de mí, estábamos bastante pegados, y acostados en la misma cama.  Una de sus piernas estaba enrollada con las mías y la sábana con la que estábamos tapados estaba cubriéndome más a mí que a ella. Le estaba quitando bastante parte de la sábana. Navegué mis ojos por su cuerpo y me di cuenta que tenía frío porque su piel estaba erizada. 

Cubrí su cuerpo con la sábana y ella se volteó, pensé que despertaría, pero me equivoqué. Volteó sólo para reposar su cabeza en mi brazo extendido.

Volví a tragar saliva y me permití observar su rostro.

Sus cejas castañas estaban depiladas e iban acorde con su forma de cara, sus pestañas eran negras, y no eran tan largas. Su nariz estaba medio chata y tenía el tabique largo. Sus labios gordos se mantenían hinchados por el sueño.

Miré hacia el techo y después hacia la ventana. Se alcanzaba a ver que afuera estaba comenzando a aclararse el cielo. Estaba seguro que no pasaban de las seis y media de la mañana. Normalmente no solía levantarme temprano, pero cuando me quedaba en casas desconocidas no podía conciliar el sueño como en mi cama y casa.

Rasqué mi mejilla. Había amanecido con miles de chicas en diferentes partes, en sus casas, en moteles, en partes prohibidas y en cualquier lugar que puedan imaginarse. Estaba acostumbrado a dormir con ellas en su casa que era lo más común y frecuente que hacía. Y siempre que despertaba era lo mismo, despertaba temprano, antes del amanecer, me quedaba observando por un momento a la mujer que estaba durmiendo conmigo y esperaba a que ella despertara. No era de los tipos que solo cogían y se iban, se me hacia un gesto feo para una mujer. Era como menospreciarla, tratarla como un juguete. No era esa clase de chico. Podía no querer nada serio con ellas, pero eso no significaba que yo podía tratarlas de mala manera. Las trataba igual, ni más ni menos. Si querían que les dijera cosas bonitas se las decía, pero mis palabras eran totalmente honestas y sinceras.

Y despertar  a lado de Danielle, sin haber hecho algo más que platicar y besarnos, se sentía... diferente. Se sentía desconocido. Mi pecho sentía una emoción inexplicable, y por alguna razón eso era agradable. Era el tipo de emociones que te hacen como sentir cálido, satisfecho, lleno, feliz.  Era el tipo de emoción que no te molestaría estarla sintiendo cada puto segundo del día.

Danielle comenzó a removerse en la cama, hice una mueca y moví mi brazo. De pronto, cuando su mano tocó parte de mi pecho un fuerte jadeo que me asustó hasta la mierda salió de su boca mientras que su cuerpo se impulsaba arriba despertándose. Se sentó en la orilla de la cama mientras que yo tomé compostura. Ella me vio y llevó su mano derecha hacia su pecho, y respiró con dificultad.

Me preocupé. Eran unas reaccionas extrañas. Me hicieron sospechar. ¿Estaba soñando? Más bien, parecía que tenía miedo. Pero, ¿de qué? ¿miedo de que?

—¿Qué pasa? —pregunté. Mi voz salió más ronca de lo normal por el sueño —. ¿Estabas soñando algo feo?

Danielle meneó la cabeza y comenzó a tranquilizarse.

Quiero Odiarte ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora