Capítulo 71

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C A P Í T U L O 7 1

DANIELLE STRAFFORD



En una mañana donde pensé que sería un buen día, tomé por obligación una de las peores decisiones de mi vida. Recuerdo que me desperté contenta, porque sabía que recibiría una carta de Ian, a pesar de que lo extrañaba a morir me reconfortaba la idea de que al menos lo iba a leer.

Bajé de mi habitación y como era muy temprano aún me despreocupé por mi madre, así que con toda la tranquilidad del mundo me encaminé primero a la cocina para tomar agua. A través de las persianas cerradas se percibía que aún el cielo estaba oscuro, apenas se estaba aclarando. Me crucé de brazos al sentir frío y escuché un ruido en la cocina, fruncí el ceño y seguí caminando, esperando encontrar a alguien del servicio dentro, sin embargo, encontré a mi madre, con la mandíbula apretada en un gesto de molestia y un sobre roto entre sus manos.

Mi carta. Era la carta que recibí de Ian.

Me detuve en la entrada de la cocina y tragué saliva cuando levantó su mirada y me miró.

Me miró con decepción, y arrugó la hoja con enojo, el corazón me dolió porque para mí era muy importante, pero no dije nada, hasta que mi madre rompió el silencio.

—Recuerdo haberte dicho desde un principio que no quería que te involucraras con ese muchacho, Danielle —habló, mirándome con desaprobación, logrando que yo bajara la mirada —. Y ahora veo que todo lo que te dije te entró por un oído y te salió por el otro, porque no me hiciste caso. Yo pensaba que eras una buena hija, alguien ejemplar, la mujer que yo crié, pero me doy cuenta que no, porque cuando te pido una sola cosa —levanta su dedo índice —. Una sola cosa no la puedes hacer. ¿Cuándo te he pedido algo a ti, Danielle?

—Nunca —susurré. No sabía qué hacer, o qué decir. Mi mente estaba en blanco, parecía que solo la mitad de mi cerebro se había despertado.

—Y solo te pedí que no siguieras hablando con ese muchacho, que no lo siguieras frecuentando.  ¡Y no pudiste hacerlo! —bramó y me intenté acercar a la barra para hablar del tema con seriedad, para ver si se le bajaba el desagrado en su mirada y en sus palabras. Estaba muy enojada conmigo, pero se abstenía a gritar por no despertar a mi papá y a mi hermano.

—Lo sé mamá, pero tú no entiendes cómo es él —murmuré, teniendo la esperanza de hacerla entrar en razón —. Tú piensas que es malo, que no hace nada con su vida, pero no es así...

Mi madre se rió con cinismo.
—¿Y en cuánto tiempo lo conoces tú, Danielle? ¿Tres meses a lo mucho? —respiré aire con profundidad y negué con la cabeza —. No seas tonta, él te va a mostrar al principio quien no es, y después cambiará. ¡Solo te estoy abriendo los ojos!

—¡Pues no necesito que me los abras! —exclamé y estiré mi mano para quitarle la hoja de sus manos, pero mi madre la arrugó más en su mano, haciéndola bola —. Necesito que me des la carta. No debiste haberla abierto y tampoco leído, son cosas en las que no te debes meter.

—¿Crees que voy a estar para tus berrinchitos, Danielle? —inquirió y entonces, hizo lo que temía, la rompió por la mitad. El pecho se me aplastó, porque ni siquiera había tenido la oportunidad de leerla, de saber cómo estaba Ian.

—¡No la rompas! —pedí, con la voz aguda y esperando que ya no lo hiciera, pero no le importó, porque la rompió en diferentes cachitos antes de que me acercara para arrebatársela de las manos  —. ¿¡Por qué tienes que ser así!? ¡Ni siquiera la leí!

Quiero Odiarte ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora