Capítulo 17

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C A P Í T U L O 1 7

IAN DEATH OR DE'ATH

Abroché la cinta de uno de mis tenis mientras que Raúl ensayaba los diálogos para su obra, Katherine le estaba ayudando, como si los dos fueran dos grandes amigos y no pelearan por cualquier tontería. Levanté la vista a la sombra que daba el grande árbol de la preparatoria y bostecé.

—¡Amado mío! —dramatizó Katherine con la voz aguda —. ¿Por qué mejor no nos dejamos de tantos dramas y nos ponemos a coger? ¡Oh, amado mío, mejor introduzca su aparato reproductor en mi interior!

Sin querer hacerlo me eché a reír involuntariamente cuando Katherine tocó su cuerpo y puso los ojos en blanco fingiendo placer.

—¿Podrías por favor ya ponerte seria, pelos de zanahoria? —preguntó Raúl con fastidio.

—Pilis di zinihiri —arremedó Katherine y meneé cabeza.

No me iba a sorprender si de un segundo a otro peleaban de nuevo, así que les dejé de prestar atención y me enfoqué en otras cosas.

Visualicé el cuerpo diminuto de una mujer caminar en dirección adónde yo permanecía y sonreí, Annabelle llegó a mi lado y se sentó muy cerca de mí, y sin antes poder reaccionar ella planteó un beso rápido en mi mejilla.

—¡Hola! —sonrió, después saludó a Katherine y a Raúl, que la miraron con un poco de extrañeza, sin embargo le devolvieron el saludo.

Le sonreí de lado.
—Hey.

Annabelle se recargó en el tronco del árbol. —¿Qué harás hoy? —inquirió, mirándome atenta.

Rasqué mi nuca en un gesto de nerviosismo, estar cerca de Annabelle comenzaba a ponerme en ese estado, pero no sabía el porqué, aunque pensaba que era por sus ojos gatunos.

—Regresar a mi casa —contesté, con una sonrisa de sorna mostrándose en mi cara —. ¿Quieres ir?

Sus labios se alzaron en una diminuta sonrisa, aunque era un gesto involuntario, porque ella no quería sonreír.

—En otro momento me puedes invitar —respondió con inocencia y mordí mi labio inferior.

—¿No quieres ir ya? —seguí —. Está sola mi casa... ¿no quieres agua? Te doy agua cuando estemos allí —soltó una baja risita —. Pero el garrafón de agua está en mi habitación, debajo de mi cama.

Annabelle se sonrojó y me pareció bastante tierna e inocente verla así, toda cohibida.

—Gracias, pero te digo que tal vez pueda ser en otro momento —contestó y reí. Lo que Annabelle decía era de forma pura, sin ninguna malicia. Todo de ella salía sincero y natural.

Me quedé en silencio y comencé a tamborilear mis dedos, Raúl y Katherine permanecían cuchicheándose cerca de nosotros, pero trataba por ignorarlos y hacer como si no estuvieran ahí.

—¿Me ayudas con una tarea de matemáticas? —cuestioné, me miró y su ceño se frunció, extrañada y con una pizca de vergüenza.

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