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La noche había caído, y Yibo llevaba a una muy cansada y casi dormida niña de cinco años en sus brazos. Llegaron al auto del mayor, y este se encargó de acomodar a la niña para que no se cayera de lado, le colocó el cinturón y se metió al auto emprendiendo su camino de regreso a casa.

Mientras conducía iba recordando los eventos de hace unas horas, se había divertido, ir al museo, llevarla a su lugar especial, verla bailar con sus amigos, estaba bien, se sentía bien.
El cansancio que sentía por no descansar correctamente había desaparecido, no por completo porque aún sentía que necesitaba energía para funcionar, pero toda esa frustración, todo ese cansancio mental desapareció y fue reemplazados por risas, chiste, juegos, sonrisas, y aunque no quería admitirlo, había sido un muy buen día.

Creo que... Podría tratar de portarme mejor contigo — susurró mirando por el retrovisor a la pequeña. — Lamento haberte gritado la otra vez mocosa.

Pasó por un restaurante de comida japonesa y compró la cena para él y Zhan, pues sus amigas incluidos sus mejores amigos se habían encargado de alimentar con delicias a la pequeña, y a él, pues ellos dijeron que él ya estaba grande como para ser tratado como un niño pequeño. Y, a pesar de haber sido un buen día, y como lo bueno dura poco, sabía que el pelinegro lo esperaba con un sermón de cómo ser un buen padre y que debía de cuidar correctamente a la niña.

Tal vez Xiao tenía razón — susurró.

Mentiría si dijera que no le gusta Zhan, le gustaba, pero se sentía perdido, demasiado perdido que ni siquiera podía ordenar correctamente su vida. Y aunque no parecía, sabía que Zhan se preocupaba por él, le hacía pequeños detalles que apreciaba mucho, como tener su taza de café lista para él en las mañanas, la cual la mayoría del tiempo no tomaba, dejar limpia la casa y la comida hecha, hasta había veces en las que arreglaba su oficina.

Pero prefería que sus sentimientos confusos quedaran fuera del cuadro, Zhan había dejado muy en claro que solo estaba cerca de él por la niña y él entendía, aunque le doliera un poco debía comprender que también era su culpa, su manera de afrontar los problemas era simplemente estúpida y absurda, peor no conocía alguna otra forma.

Llegaron a casa a las nueve de la noche, con la pequeña dormida en sus brazos y la comida en su mano, abrió la puerta encontrándose a Zhan quien hablaba por teléfono.

— Sí, acaban de llegar... Está bien, no se preocupe — habló alejando su teléfono.

— Buenas noc-

— ¿Dónde estaban?

— En la calle paseando, traje la cen-

— Olvida la maldita cena Wang. ¿A dónde la llevaste? Incluso apagaste tu teléfono.

Yibo solamente suspiró cansado, sabía lo que le esperaba.

— No lo apagué, me quedé sin batería y fuimos al museo. Pasamos todo el día en la calle. Voy a-

— Al museo, sí claro. ¿Y yo soy un unicornio? ¿Qué es esto? — le mostró una foto de él y MeiWen caminando por las calles de los suburbios.

— No es lo que parece, puedo explicarlo — se apresuró a decir.

— ¿Sabes lo peligroso que es ese vecindario? ¿Por qué la llevaste allí? — preguntó con su ceño fruncido.

— No hice nada malo, sólo fuimos a pasear.

— Claro que sí. ¿Al menos ya cenó? La llevaste a un barrio de mala muerte, sabes que ese lugar tiene una mala reputación, los guardias de tu padre te tomaron fotos saliendo de un callejón y una nube de humo atrás tuyo y dos maleantes que te seguían-

 Tú Eres Mi Papi  ▪︎  [YiZhan]  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora