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El atardecer hacía que la escena fuera perfecta, y más que perfecta, era nostálgica y triste. Yibo yacía sentado frente a las dos rocas con grabado, frente a ellas los ramos de flores, de cerezo para su hermana y los claveles rosados para su madre, junto con su cupcake favorito, de limón y crema de vainilla pada su madre y chocolate con crema de nuez para su hermana.

Oh I wish it wasn't so hard — y su canto en forma de susurro terminó.

La canción había terminado y sus lágrimas rodaban sin permiso por sus mejillas, las extrañaba.
Ese sentimiento seguía latente en su pecho, a cada minuto, todo el día, todos los días, y es así incluso si ya han transcurrido casi diez años, aquel sentimiento de culpa, persistía. ¡Y diablos! Si ese día tan sólo no se hubiera ido de casa, si tan sólo... se hubiera quedado junto a ellas.

— Lamento haberme ido ese día. Mamá... Mei... perdón — susurró en un hilo de voz y rompió en llanto, quería estar con ellas.

Abrazó sus piernas y escondió su cabeza en estas, se deshizo en sus lágrimas y sollozos, hundiéndose en el arrepentimiento y en la incompetencia que sentía. Su corazón dolía y respirar dolía. Y, aquellas preguntas que lo atormentaban por las noches volvían.
¿Cuándo dejará de llorar cada que ve una foto de ellas? ¿Cuánto tiempo más tiene que transcurrir para poder olvidar aquel día? ¿Por qué esas imágenes lo siguen despertando en la madrugada con la respiración acelerada? ¿Cómo borraba aquellas imágenes de su memoria para siempre? ¿Algún día podría respirar sin ningún tiempo de presión en su pero? ¿Cuándo llegara el día en el que por fin pueda sane?

Eran preguntas que no tenían respuesta.

— Casi lo olvidaba... — dijo levantando su cabeza. — Me imagino, que ya conocieron a Zhan y MeiWen... Algún día, cuando todo esto ya haya acabado, los traeré ante ustedes, quiero que conozcan, a las personas que han cambiado mi vida de manera tan radical... Aunque sé que he sido un completo imbécil ellos, ellos dos han estado allí, junto a mí, al igual que los chicos... Zhan y MeiWen han sido, se han convertido en mi rayo de luz en medio de la oscuridad...




Luego de un rato, hablando y llorando, leyó los nombres en las piedras y suspiró. Tomó una profunda respiración, se limpió los restos de lágrimas y se puso de pie mientras sorbía su nariz.

— Muy pronto mamá, lo prometo... Solo espérenme un poco más y podré terminar con todo esto ¿mhn?... Haré que paguen por lo que hicieron, se lo juro... Las amo — les dio una última mirada a las rocas y dio media vuelta para comenzar a marcharse de allí, dejando que el silencio y la paz, acompañaran la memoria de su madre y hermana menor.

Llegó a su auto y emprendió su camino de regreso a su departamento, estaba oscureciendo y ya casi iban a ser las siete, y aunque no quería, debía regresar.
Luego de más de media hora, ya se encontraba frente a la puerta de su casa, preparándose mentalmente para lo que le esperaría adentro. Dándose ánimos y respirando de manera lenta, abrió la puerta. Al ingresar se encontró a su padre y su mujer sentados en sus sillones, frente a ellos Mei junto con Zhan quien se notaba algo incómodo y temeroso.

— ¡Papá! — la niña fue la primera en hablar y acercarse al castaño.

— Hola mocosa — saludó con una pequeña sonrisa y la cargó en sus brazos.

— Me alegra ver que ya te llevas bien con mi nieta — sonrió el hombre.

Yibo fue borrando de a poco su sonrisa y bajo a la menor de sus brazos.

— Padre... Señora Fang, buenas noches — hizo una reverencia.

— Aiyo, deja de llamarme así Yibo, soy la esposa de tu padre por lo tanto mi nombre es Wang y deja de decirme señora, llámame mamá — sonrió la mujer tomando la mano de su esposo.

 Tú Eres Mi Papi  ▪︎  [YiZhan]  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora