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— ¡PORQUE NO PUEDO PELEAR CON LAS PERSONAS QUE AMO!

— ¿Qué?

Yibo suspiró.

— No quiero pelear contigo... — habló en voz baja. — ¡Tenerte aquí es como una tortura para mí!... ¡Trato de mantener la compostura porque detesto la maldita idea de que haga algo estúpido para herirte y termine arrepintiéndome luego! ¡Dejaste bien en claro que solo estabas aquí por la niña y lo respeto!... Pero me enoja... Me enoja que hables sin saber nada de mí y le das toda la confianza a alguien a quien en verdad no conoces. ¡Nunca te tomaste la libertad de tratar de conocerme o tan siquiera preguntarme por qué actuaba así!... Hablas, me reclamas, me gritas sin conocer las cosas, y no... No hago esto solo por esa maldita empresa, lo hago por mí también, pero si tan solo hubieras intentado conocerme tan siquiera un poco, sabrías porqué quiero esa empresa — hizo una pausa soltando un suspiro cansado.

— Pero tú, simplemente te niegas a la idea de confiar en mí, está bien, no lo hagas, no te obligo y tampoco es vital para mí si no lo haces... Pero deja de hablar como si me conocieras a la perfección, como si conocieras a la verdadera persona que se esconde detrás de la máscara que te hice creer que era... Ni siquiera yo me conozco y vienes tú, a hablarme como si supieras todo lo que pienso, como si fueras un jodido telépata... Eso es lo que más detesto y me enoja, por mi puedes gritarme hasta de qué me voy a morir, pero si no me conoces, mejor quédate callado y no digas nada, que así te ves mucho mejor.

— Yibo... Y-yo lo... — no encontraba las palabras adecuadas.

— No te apures, no lo digas si no lo sientes... Voy a volver tarde, no traeré la cena. Si quieres queda-

— Ya lo sé... Si quieres quedarte o irte hazlo, no importa... Mei se quedará sola si me voy.

— Bien, haz lo que quieras — el castaño tomó las llaves que se encontraban sobre el mesón de la cocina y salió del apartamento dejando a Zhan solo y con muchos sentimientos encontrados.

Miró nuevamente la puerta de la habitación del castaño y negó.

— Es mejor que él me lo diga.


Por otro lado, Yibo se golpeaba mentalmente y maldecía su boca suelta.

— ¡¿Porque le dijiste eso Wang Yibo?! — decía entre dientes mientras regresaba a su oficina.

— ¡¿Era tan necesario darle tantas explicaciones?!, ¡¿Ah?! — se reclamó.

— ¡No tenías porqué decirle eso! ¡Pudiste haberlo hecho sentir mal!




Zhan se pasó toda la tarde pensando en las palabras del castaño, habían movido algo en su interior, pero tenía razón, no lo conocía en ningún sentido, solo sabía que antes de llegar a ese momento era un mísero patán y de vida alegre. Pero ahora ya no sabía que creer, tal vez sí se pasó con su actitud ante el castaño, él no era nadie, no conocido, ni un amigo, ni el otro padre de Mei, peormente la pareja de Yibo, no era nadie para reclamarle y recriminarle todo lo que hace.

Quería conocer al verdadero Wang Yibo, ese en el que MeiWen se empeñaba tanto en defender y decir que era tan bueno con ella. Estuvo un rato revisando las tareas que había enviado la clase anterior hasta que dio la hora de ir a recoger a la pequeña y Zhan salió del departamento.




Al cabo de un rato llegó con la amiga de Yibo.

— Hola — saludó.

— ¡Zhan! — la niña corrió a abrazar al pelinegro y este rió.

— ¿Cómo te fue bebé? — preguntó separándose del abrazo.

— Bien... A la tía Lau también le gusta pintar y bailar y hablamos mucho.

 Tú Eres Mi Papi  ▪︎  [YiZhan]  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora