Capítulo 32

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Cuando me levanté la siguiente mañana, todo el peso de lo dicho el día interior  se aplastó sobre mi consciencia. En un ataque de nervios y rabia mal manejada, había dicho más de lo debido.  Me cubrí con las sabanas con horror, en un vago intento de frenar lo inevitable. Abajo seguro estarían todos, listos para marcar distancia de alguien tan desagradable como yo. 

Salí de mi cama con muy pocos ánimos, me arreglé lo suficiente para estar presentable y luego salí de mi cuarto. Caminé muy despacio, con esperanzas de que todos hubieran salido y así no tuviera que enfrentar su rechazo. 

Trataría de hablar con ellos, aclarar las cosas. Pero no tenía muchas ilusiones que pudieran perdonarme o ver de manera distinta.  Bajé hacia la cocina y me encontré únicamente con Tessa y Josh en la mesa, conversaban de manera cómplice, sonrientes, muy cerca el uno del otro. 

—Hola —dije.

Ambos voltearon a verme de inmediato. Tessa dejó su taza en la mesa y me observó con una pequeña sonrisa en el rostro. Josh se acercó presuroso hacia mi  y me dio un beso en la mejilla.

—Buenos días Cristel —comentó. Luego colocó su mano en mi hombro—. Espero hayas podido dormir bien.

—Cristel —Tessa tomó una de las tostadas del plato y me la ofreció—. ¿Ya desayunaste?

—Quería pedirles...

—No —dijo Josh tajante, antes de que alcanzara a decir algo—. Somos nosotros los que te debemos disculpas, todos nosotros.

Lo miré sin entender.

—Todo este tiempo hemos estado suponiendo cosas sobre ti, sin siquiera preguntarte. Te juzgamos con respecto a Camila porque no conocíamos toda la historia. 

Tessa asintió en señal de total acuerdo.

—Es mi culpa... debí decirles...

—No —contestó de nuevo. Apretando mi hombro muy suavemente—. No tenías ni la necesidad ni la obligación de hacerlo, el error fue nuestro.

—¿Nos perdonas? —preguntó Tessa, en un puchero.

Aquello casi me hizo morir de ternura. Sonreí sin poder evitarlo.

—Por supuesto.

Mucho más tranquila, me senté en la mesa para desayunar. Ambos chicos volvieron a sentarse también y comenzaron a comer conmigo, incluyéndome en la conversación que estaban teniendo acerca de las nuevas actualizaciones de las redes sociales. Mientras colocaba un par de frutas en mi plato, comprobé que uno de los pesos con los que había amanecido por la manaña, se había desvanecido tan pronto como hablé con Josh. Era un alivio saber que aún mantenía las amistades que había construido aquí con ellos, y que no solo no estaban molestos conmigo, sino comprendían mi punto. Sin embargo, aun quedaba el tema de Michael. A quien no crei capaz de entender mi situación con tanta facilidad. Tenía que hablar con él y ofrecerle disculpas, incluso cuando sintiera que no había hecho algo realmente malo.

—¿En qué piensas? —preguntó Josh, notando mi distracción.

—¿Creen que Michael esté molesto?

Tessa me miró indecisa, sin saber si contestarme o no. 

—No la asustes Tess —exclamó Josh. Cruzándoze de brazos—. Y termina tu tostada, que hace rato que la sigues mirando y  no la acabas.

Tessa volvió a tomar la tostada que me había ofrecido y finalmente la comió. Josh sonrió hacia ella, y luego volteó su mirada hacia mi.  

—No te preocupes Cristel, él no puede hacerte nada.

El amargo de los sueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora