Capítulo 48

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Habría deseado que los días posteriores fueran mucho más sencillos, pero lo cierto es que nada podría a serlo a partir de ahora. Había aprendido unas cuantas lecciones durante mi estadía en Nuevos Talento, pero aún me faltaba un largo camino por recorrer. Lo único que sabía a ciencia cierta era que nada era seguro.

Desde el momento en el que declaré en el juicio, las cosas habían cambiado por completo, rápidamente los medios se habían enterado de lo que estaba sucediendo y ahora ya no se trataba solo de celebridades juveniles y su mediática vida, se trataba de delitos infligidos por los representantes de la tan prestigiosa compañía Nuevos Talentos. Se trataba de abuso y sobreexplotación juvenil, se trataba de la estafa de los contratos, se trataba de la investigación de un asesinato.

Todos los canales trasmitían durante horas los detalles de lo sucedido, de mis declaraciones en el juicio, de las pruebas que se habían encontrado de Michael y Christopher que ahora eran de conocimiento público, de la violación derechos individuales en los contratos, de los tratos ilegales que había trazado Michael con la prensa amarillista, que siempre parecía estar rodeando la mansión.

Con la verdad siendo expuesta, los arrepentimientos y la culpa llegaron también. Las personas se culpaban de no haberlo visto, de todo lo que pudo ser y al final nunca sería. De Josh.

Se habían dado cuenta del pecado que había cometido ¿Pero servía de algo sus lamentos? ¿Con eso lograrían revivirlo? Sus lágrimas no levantarían su cadáver, sus gritos no provocarían que volviese, sus llantos no lo traerían de vuelta. Su lamento solo les serviría a ellos, para convencerse de que hicieron lo que pudieron.

A Josh, no lo ayudaban en nada.

Solo se podía aspirar a otorgarle algún tipo de justicia. Al igual que a Alice, que por fin vería a su asesino tras las rejas.

Por supuesto nunca se mencionó ni a la prensa, ni al juzgado  lo que se había dedicado Alice. La última vez que hablé con la oficial de la policía le pedí que no diera a conocimiento público ese detalle, ella aceptó, pero me indicó que sería mucho más difícil ganar el juicio de esa manera.

Le dije que no importaba, que me arriesgaría.

Ese sería mi último acto de amor hacia Thomas. Reconociendo sus sentimientos y dejándolo ir.

Habían salido a la luz todos los tratos que tenía Michael con el canal que siempre cubría noticias sobre nosotros. Quienes no solo habían tapado todos sus escándalos, sino que los había financiado para correr el rumor de Josh y volverlo tendencia, por el simple hecho de crear más controversia.

Ellos tendrían un juicio aparte, pero eso ya no era mi incumbencia. Únicamente quería olvidarme de todo esto, terminar con el juicio y comenzar de nuevo.

Hoy recibiría los resultados del juicio. Me había estado hospedando en un hotel asociado con la policía, el cual destacaba por su total privacidad y seguridad. 

Es como si ahora mismo, mi vida estuviera colgando de una cuerda. Podía ir a donde quisiera, empezar de nuevo, quedarme, volver con Thomas, alejarme de Thomas, ir a una nueva casa de talentos, conseguir un manager, irme a otro país, podía hacer lo que sea.

Supongo que eso era lo que me daba tanto miedo. Tantas posibilidades, sin saber cuál era la correcta, qué camino es el ideal, cuál no me llevará de nuevo a la perdición y cuál será la verdadera clave para mi futuro.

Siguiendo el consejo de Derek, había comenzado a contactarme con diversos managers que parecían interesados en representarme. Había tenido una cita por videollamada con todos los que me llamaron la atención, y hubo uno entre todos ellos, que realmente parecía el indicado. 

Era un señor casi mayor, Dalton Monroe, que había estado en la industria de la música desde hace casi 30 años, y representaba a muchos artistas conocidos, a los que les había pedido una referencia y me habían dicho que era excelente y sobre todo confiable. Te brindaba muy buenas oportunidades y sobre todo le importaba mucho la opinión del artista, respetando sus gustos, ideas y decisiones. Lo pude notar al hablar con él, se comportó muy amable y cortés y me indicó cómo trabajaba, le había dicho que le daría la respuesta en unos días.

Me contemplé en el espejo por tercera vez, hoy se definía mi futuro. Si ganaba recibiría todo el dinero del contrato y mandaría a Cristopher y a Michael a prisión. Si perdía, no quería pensar en qué pasaría si perdía.

Salí de la habitación camino hacia la resolución de mi futuro. En el momento que entre al juzgado, el silencio se apoderó de la sala y las miradas giraron en dirección a mi rostro. Sin embargo, caminé con paso seguro y sin miedo. Este era mi futuro, no podía tambalear ahora.

Una vez allí en mi sitio, esperé paciente. No miré, ni saludé a nadie. No estaba preparada. Además, no había nadie más a quien salvar.

Me quedé en mi sitio a espera de la sentencia.

Finalmente, el juez nos puso a todos de pie, mientras comenzaba a narrar la sentencia. De pronto sus palabras comenzaron a volverse ligeras, como si fueran de otro mundo. A medida que avanzaba con su discurso, sentía a mi corazón bombear de manera acelerada. Quería llorar, quería gritar, reír, saltar. Quería dar vueltas en mi sitio y brincar hasta que me dolieran los pies.

Me limité a dar un leve asentimiento al escucharlo terminar. La sentencia había sido totalmente a mi favor, no solo me iban a devolver el dinero que estaba en el contrato, sino también todo lo relacionado con los agravios.

Cristopher iba a pasar más de 25 años en prisión, mientras que Michael tenía una sentencia de 20 años. No tendría que volverlos a ver en mi vida.

Por primera vez desde que había llegado aquí me permití voltear a ver a los presentes. Estaban todos los chicos, sin excepción. Tessa me miraba con el rostro cubierto de lágrimas y una sonrisa en el rostro, al igual que Jake, finalmente sus contratos estaban finalizados. Ninguno de ellos tendría que seguir las órdenes de Michael nunca más. Los demás chicos solamente me contemplaban, no pude ni intenté interpretar sus miradas.

A Thomas no lo miré ni una sola vez.

Mis ojos se encontraron con la mirada de Michael, fija y helada, como si fuera una promesa de venganza. A su lado Christopher parecía cargar fuego por toda su cara. Por fin mostraban sus rostros al mundo y no podía sentirme orgullosa de haber sido la principal responsable de eso.

Me paré de mi asiento y caminé en dirección a la salida, no sin antes acercarme a Cristopher y Michael. Dentro de las cosas que habían pasado y sucederían más adelante. Ver a personas como ellos, quebrándose frente a tu rostro, era una completa victoria. Los observé con deleite por varios segundos.

—¿Crees que esto acaba aquí? —clamó Michael.

—Me lo agradeces desde prisión si quieres.

Pasé directo hacia Cristopher. Se mantenía callado mirándome de forma muy densa. Sonreí y me acerqué a su rostro.

—Supongo que tu error fue escribirme ese primer mensaje.

Cristopher intentó ir contra mi furioso, pero los guardias  se lo impidieron. Solté un suspiro y caminé a la puerta. No volví a mirar hacia atrás y solo seguí mi camino. 

Una vez en el auto que me llevaría de vuelta al hotel, saqué mi nuevo teléfono y entré a mis redes sociales. Eliminé mi cuenta de tik tok en el acto, ya había tenido demasiado de esa aplicación por un tiempo.

Y pensar que todo comenzó gracias a ella, tal vez algún día volvería, pero por ahora estaría bien así. No eliminé mi cuenta ni de Instagram ni de Facebook, pero si eliminé las aplicaciones. Tampoco agregué ningún número. A partir de este momento, pensaría muy bien a quien dejaría formar parte de mi vida.

Había aprendido que cuando dejas entrar a alguien a tu vida, no solamente le das el poder de formar parte de ella , sino de cambiarla también. 

Por ahora únicamente quería enfocarme plenamente en mi carrera, y lo cierto es que ya sabía por dónde empezar. Marqué el número que ya había memorizado y esperé a que contestara.

—Dalton Monroe, ¿Con quién tengo el gusto? —dijo una voz rasposa en la otra línea.

—Cristel Sáenz.

El amargo de los sueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora