Odiaba la escuela.
Y no porque me aburriera, cosa que sí lo hacía. Ni tampoco porque tuviera una pésima relación con mis compañeros, cosa que sí pasaba.
El motivo principal era porque simplemente no era buena en ella. Lo intentaba, ponía todo de mi parte en prestar atención a los maestros y las clases, pero parecía que simplemente mi cerebro no era capaz de captar información alguna.
La única razón por la que aún no había reprobado era gracias a mis dos mejores y únicas amigas. Natalia y Camila, quienes solían apoyarme pasándome todos los trabajos y evaluaciones pendientes. Trabajos que, a decir verdad, odiaba más que a la misma escuela. No conseguía entenderlos ni aunque me lo explicaran reiteradas veces.
Tal vez mi cerebro era más lento que el resto. No era una posibilidad tan alejada de la realidad.
Llamé por teléfono a mis amigas para saber si habían hecho la última tarea. Natalia fue la primera en contestar.
—La tarea, ¿Verdad? —preguntó.
—Sí— susurré.
—No la pienso hacer, tampoco deberías hacerla tú. Es demasiada para un solo día.
—Hum... Nos la dejó hace una semana.
—Detalles —respondió Natalia y luego soltó un suspiro—. Bien. Llamaré a Camila.
—De acuerdo —contesté mientras caminaba hacia la puerta y la cerraba muy despacio. No sin antes cerciorarme que nadie estuviera en el pasillo.
—¡Chicas, no entiendo la tarea! —chilló Camila tan pronto como contestó.
—Yo tampoco —me quejé cada vez más nerviosa—. He buscado por internet y aún no logro entender de que se trata exactamente. La nota es casi la mitad del promedio y es a la primera...
—Chicas —habló Natalia interrumpiéndome—. ¡Concéntrense!
—Bien —contestamos al alucino Camila y yo, como si fueramos dos niñas reprendidas.
—Como ninguna entiende que se hace le preguntaré a alguien más del salón —dijo Natalia una vez que nos calmamos.
—No creo que alguien quiera pasárnosla —contesté—. No suelen hacerlo al menos que les paguemos. Además, ¿Qué pasa si lo hacen solo para decir después que la copiamos?, No tendríamos pruebas para mostrar lo contrario. La profesora le contaría al directo, él a nuestros padres, entonces sería el fin.
—Mejor cállate Cristel —exclamó Camila—. ¿Por qué siempre tienes que dramatizarlo todo?
—Lo siento —susurré avergonzada.
Siempre hacía eso, sobrepensaba hasta la mímima cosa. Camila decía que eso provocaba que todo el mundo se aburriera y cansara de escucharme. Por eso trataba siempre de mantener mis palabras al mínimo. Si se me ocurría un pensamiento en el momento, lo obligaba a quedarse en mi mente y así no incomodar a nadie. Sin embargo, no conseguía controlarlo tanto como quería.
—Bien —dijo Natalia—. En cuanto al trabajo del Viernes. ¿Conseguiste los folletos Camila?
Un silencio profundo se escuchó en respuesta.
—¡Camila!
—Lo siento, lo siento —contestó Camila y a la par se escucharon unas voces de fondo.
— ¿Qué estás haciendo? —preguntó Natalia.
—Nada. Solo reviso la nueva aplicación.
—¿Nueva aplicación? —pregunté más que desconcertada. No es que no fuera una chica moderna, solo que debido a las estrictas reglas de mis padres y los horarios ajustados que me ponían. Nunca tenía tiempo para divertirme.
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El amargo de los sueños
General FictionCristel siempre había soñado con la idea de escapar de casa. Había soñado con volverse una cantante exitosa y reconocida. Había soñado con conocer a alguien que la amara tal cual era. Cristel siempre había soñado. Y cuando gracias Tik Tok, logra vol...