Capítulo 43

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La muerte.

¿Qué era la muerte exactamente?

Pensar en la mía, era un estremecimiento profundo de miedo. Imaginar la de alguien más, era un desborde de lágrimas automáticas. La muerte no había sido nunca algo ni agradable, ni aceptable en mi mundo. Y hasta hace unos días, tampoco algo posible. Pensar en el rostro de Josh, en su último pensamiento, en lo que sintió en ese instante; era una reacción directa de náuseas y ganas incontrolables de gritar. Mi cabeza aún no aceptaba la idea de que él simplemente ya no existiera, que lo único que quedaba de él fuera memorias, y todas insuficientes. 

Y podía  existir miles de teorías, creencias e ideas de lo que viniera después, pero nada podía darme la certeza de que aquello fuera cierto. Nadie podía jurarme que Josh era algo más que huesos y cenizas, ni garantizarme que algún día volvería a verlo. Que parte de él estaba en otra parte. Para un corazón sin fe, el cielo no es ningún aliento. La única garantía era lo tangible, y dentro de ello no había espacio para Josh. Solo quedábamos los que sobrevivíamos. Y eso ni reconforta, ni consuela.

Acompañar a Tessa a casa fue un camino de desazón compartido. Y de un intento innecesario de mi parte de imaginar que podríamos superarlo. De que de alguna extraña manera podría llegar  hasta su mente y convencerla de que todo estaría bien, que todos lo estaríamos. ¿Cómo podía proclamar algo en lo que yo no creía? Cuando llegamos a la mansión y procedí a abrir la puerta,  me encontré con el desafortunado hecho que todos ya lo sabían. Abigaíl se encontraba acurrucada en una esquina llorando, a su lado, Andrew sostenía sus manos y lloraba también. Jake estaba a solos unos metros, con la mirada furiosa y exigiendo explicaciones a ambos muchachos de porqué los medios hablaban de una situación grave con Josh.

 Todo su enojo pareció desvanecerse al vernos. 

—Cristel —dijo caminando hacia mí y tomándome de los hombros—. ¿Qué sucedió?

Me sentí incapaz de contestarle. Aún pensaba que si no lo decía, no sería del todo real. Que podría retenerlo en mi mente únicamente para mí. 

El mundo no funcionaba de esa manera. La realidad es una, por más rota y descompuesta que este.

—Josh está muerto —respondí—. Se suicidó.

Al instante que lo dije, fue como volverlo un hecho consciente. Algo palpable, y muchísimo más doloroso.

—No.

—Jake.

—Mientes.

—Jake es cierto —volví a decir mucho más seria.

— ¡No! —gritó y lo abracé.

Comenzó a soltar hipidos interrumpidos, así que lo tuve que sostener con más fuerzas.

—Josh—exclamó.

No lo solté hasta que se hubiera calmado. Lo que sucedió después de bastantes minutos. Se apartó de mis brazos y caminó hacia Tessa, la atrajo hacia su pecho.

—Lo siento Tess —exclamó—. Lo siento mucho.

Tessa no respondió nada, pero tampoco rechazó su abrazo.

El resto del día solo fue una mezcla de desespero y un continuo sentimiento de impotencia. Cerrar los ojos y pretender cambiar la realidad con eso. Recorrer los mismos lugares y sentir  la frescura del pasado intacta. Sorprender a tu propia mente, aun demasiado confusa como para acostumbrarse a  la situación. Para cuando llegó la noche, Michael llegó junto con Cristopher. La mayoría de los chicos se habían ido a sus cuartos y en la sala solo quedábamos Jake y yo. Michael tenía una expresión muy seria cuando nos vio.

El amargo de los sueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora